Resumo de Capítulo 44 – Uma virada em Tener hijo con mi mejor amigo de Internet
Capítulo 44 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de Tener hijo con mi mejor amigo, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura Triángulo amoroso, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.
Punto de vista de Klay
Mi mayordomo me entregó la toalla después de otra ronda de boxeo para que me secara, estaba empapado en sudor y agitado. El día anterior había discutido con Kelly, y la criada me informó esa mañana que mi hermanastra se había saltado el desayuno.
Estaba furioso con lo que había pasado, había tenido que echar a Emily porque le molestaba que se quedara allí. Estaba claro que era la casa de su padre, pero mi madre había estado casada con él, y la noche anterior me había dado una bofetada al decirme que no me aceptaría en su hogar. Me detestaba hasta el punto de no soportar convivir conmigo y era comprensible, pero aun así... me dolía.
"¿Cómo está?", pregunté mientras me quitaba las vendas de alrededor de las manos.
"Ella también se saltó el almuerzo, señor".
Cerré los ojos con fuerza y apreté la mandíbula. ¿Por qué m*erda lo hacía?
Entendía su enojo y sabía que era terca, pero no podía creer que arriesgara la vida de su bebé solo para salirse con la suya. ¡Increíble!
"Ana intentó persuadirla, le dijo que pensara en el bebé, pero es demasiado testaruda, señor Klay. ¿Por qué no la deja en paz y le permite hacer lo que quiera? Es una mocosa, y a usted no le influye, pues ya ocupa un lugar destacado en la clandestinidad.
Le dirigí una mirada fulminante; él bajó la cabeza y se estremeció de miedo.
"No te di permiso para hablar mal de ella. Será mejor que cierres la boca o te la cerraré yo mismo de un golpe tan fuerte que irás a parar a la morgue".
"Sepa disculpar mi grosería, señor", titubeó.
"Vete", siseé.
Obedeció al instante, yo me senté exhausto en el ring, apoyé un brazo en la cuerda y me llevé la otra mano a la cara.
"¿Por qué quieres mudarte, Kelly? ¿En verdad me odias tanto? Me esforcé mucho en hacerte sentir cómoda, pero me frustras y me confundes", dije para mis adentros.
Se me erizó la piel cuando los recuerdos de cómo terminé con ella aparecieron en mi mente, la idea me perseguía, no podía olvidar mi cruel destino. Había nacido para estar conectado con el malvado señor de la mafia y, desde temprana edad, las personas me evitaban cada vez que se enteraban de mi familia, me abandonaban, se alejaban de mí horrorizados. Me rebelé por eso y, cuando mi madre decidió alejarme del triste designio que me acechaba, empezamos a vivir en la clandestinidad, escondiéndonos de un lado a otro para poder subsistir evitando volver con nuestra familia. Ni siquiera terminé la escuela primaria por ese motivo y, en el momento en que estaba perdiendo la esperanza, el señor Monroe llegó a nuestras vidas y nos salvó.
Mi madre se casó con él y nos mudamos a su casa, lugar que se convirtió en mi refugio. El señor Monroe hizo que estudiara y conocí a su hija: una niña mimada y llorona que me tenía miedo. Incluso ya en la escuela secundaria, se sentía incómoda ante mi presencia. La relación cambió un poco el día que me acerqué a ella con la intención de conversar.
Kelly era su tesoro más preciado, la amaba, aun cuando ella lo odiaba. Kelly era la única persona que podía quebrarlo, arruinarlo, y la iba a usar contra él. Lo castigaría lastimando a su querida niñita, a quien le haría la vida imposible y la haría conocer el dolor. De esa manera, me vengaría de él.
Después de ducharme, le pedía a mi mayordomo que fuera a mi habitación. Me senté en el sillón a fumar un cigarrillo y a jugar con mi cubo de Rubik. La actitud de Kelly todavía me molestaba. Estaba poniendo en riesgo a su bebé, pero no le daría lo que quería.
"¿Señor Klay?".
"¿Cómo está?".
"Aún no ha comido, señor".
Negué con la cabeza y, enojado, dejé el cubo de Rubik sobre la mesa. ¡Pero que terca era!
Chasqueé la lengua. "Dile que busque un apartamento no muy lejos de aquí, tiene que ser dentro de la ciudad".
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