Tener hijo con mi mejor amigo romance Capítulo 45

Punto de vista de Kelly

Comía a escondidas, tuve que chantajear a Ana para que me ayudara a mentirles a todos en la casa y de que Klay se convenciera. Usar mi propia salud en su contra podía funcionar, así que simulaba no comer durante el día para poder así darle un empujón a su conciencia.

Me encerraba en mi dormitorio y pasaba todo el día sentada en la cama aburrida. Quería salir, pero tenía que sacrificarme un poco y rebelarme para que Klay me dejara ir. Anhelaba comenzar una nueva vida, y no podría hacerlo si él me mantenía cautiva en su jaula.

La noche estaba a punto de caer, y yo seguía esperando la decisión de Klay, por más que él no estuviera de acuerdo, yo me iba a mudar de todos modos.

La puerta se abrió de repente y el mayordomo entró; yo esperaba que él también apareciera, pero no lo hizo.

"Señorita Kelly, el señor Klay accedió a que se mudara, pero dio instrucciones estrictas de que no se alejara demasiado".

Esbocé una sonrisa después de escuchar la noticia. Asentí, y él, sin más, se marchó. Fue entonces cuando Ana apareció.

"¿Oíste, Ana?".

Ella me sonrió. "Sí, señorita".

Un instante después la noté triste. "¿Qué ocurre?".

Ella tomó mi mano. "Lléveme con usted, señorita, necesitará una criada, no le pediré un aumento, solo que me saque de aquí. El señor Klay tiene un cocinero, así que no tengo nada que hacer en esta casa. Además, tiene personal de limpieza todas las semanas. Él no notará mi ausencia".

"Ana...", mascullé riendo.

Ella hizo un puchero y me miró. "No se enoje conmigo, señorita. El señor Klay me da mucho miedo".

Le sonreí. "Está bien, ven conmigo".

"¿Enserio, señorita?".

"¡Enserio!".

Ella jadeó y asintió con entusiasmo. "¿Cuándo nos mudamos? Debería empezar a hacer las maletas de inmediato".

Ella no paraba de hablar sobre todo lo que haría por mí una vez que nos mudáramos, a mí me causó gracia.

Tenía previsto mudarme y abrir mi floristería la semana siguiente, era la oportunidad perfecta para empezar de nuevo. Quería una vida sencilla y ahorrar para cuando naciera el bebé, que tuviera un futuro hermoso. Sin embargo, no podía evitar pensar en lo que pasaría cuando creciera y preguntara por su padre. No sabía si podría responderle como era debido, ni siquiera si podría contestarle.

"¡Perra! ¡Eres una p*ta! ¡Deja de coquetear con mi prometido! ¡Lo dejé pasar la primera vez, pero hasta aquí llegaste!".

Puse los ojos en blanco y tiré el teléfono sobre la mesa. Era obvio que se trataba de Lexi. ¿Que coqueteaba con su prometido? Había sido Pierce el que no dejaba de enviarme mensajes desde hacía una semana. Me pedía que le diera la oportunidad de conocerlo y ya me estaba molestando muchísimo.

¿Qué pensaba? ¿De verdad creía que querría verlo después de todo lo que había pasado? Al margen de que su madre me había contado de él, yo estaba ocupada arreglando mi vida, lo último que necesitaba era otra piedra en el zapato.

Bloqueé el número de Lexi, tal como lo había hecho con Pierce. En ese momento, lo único por lo que me preocupaba era por mí y mi bebé.

Era una mañana soleada, no podía estar de mejor estado de ánimo. De repente, una mujer que me resultó familiar entró a mi tienda. Vio que estaba arreglando unas flores, caminó hacia donde me encontraba y, quitándose los lentes de sol, me clavó la mirada.

"Pasó bastante tiempo, Kelly. Veo que te va bien aquí. ¿Por qué no te fuiste del país en lugar de poner una florería mediocre? Todavía quieres llamar la atención de mi prometido, ¿eh?".

La miré sin comprender. Parecía muy enfadada y, cuando la miré a los ojos de cerca, me di cuenta de que algo no andaba bien y se desquitaba conmigo. ¡Patético!

Levanté el ramo de flores y decidí ignorarla, pero ella me lo quitó y lo arrojó al suelo con rabia.

¿Qué demonios le pasaba?