—¿Estás bien? —Jess frunció el ceño mirando a Gunnar—, te has visto muy nervioso en los últimos días.
—No es nada —Gunnar cerró su libro y le sonrío a Jess para tranquilizarla—, solo… solo estaba pensado como mejorar las cosas aquí, ya sabes, sin yo aquí con mis poderes, el hijo de Wasilla hubiera muerto o quedado paralítico.
Jess asintió.
El día anterior uno de los hijos pequeños de Wasilla se había montado en un árbol muy grande junto a sus demás amigos. No pudo sujetarse bien y cayó justo en una roca rompiéndose la espalda.
Gunnar usó su magia para sanarlo, pero sin el hechicero presente posiblemente el hijo de Wasilla no hubiera sobrevivido. Si a Wasilla no le caía bien Gunnar antes, eso había cambiado drásticamente, ahora hasta le trajo toda una canasta de queso y leche de cabra, además de no dejar de agradecerle.
—El alfa te adora —sonrió Jess—, seguramente escuchará todo lo que le digas.
—El problema es que no se pueden cambiar mucho las cosas por aquí ¿cierto? —Gunnar se levantó para ayudar a Jess que en ese momento cortaba varias raíces para cocinar—, lo que menos quieren es tener contacto con los humanos y no los culpo, la sociedad fuera de aquí es cruel.
—Podrías ayudar sin cambiar las cosas aquí —Jess se encogió de hombros.
—Si…¿A qué hora terminan las clases de Dantalian? —Gunnar miro por la ventana cercana con preocupación—, ya parece tarde.
—Wasilla me dijo que lo recogería hoy junto a sus demás hijos —explicó Jess—, ayer los traje yo. Las clases terminan en media hora aproximadamente.
—Ah —dijo Gunnar—, pensé que seguramente Kenai lo traería.
—¿Por qué él haría eso? —Jess frunció el ceño.
—Porque está perdidamente enamorado de ti —Gunnar movió sus cejas de manera graciosa—, lo cautivaste por tus ojos violetas atrapa hombres
Jess se sonrojo avergonzada.
—Deja de decir tonterías —se aclaró la garganta—, Kenai tiene mucho que hacer, es un miembro activo de la manada, caza y protege el lugar, no puede estar aquí todo el tiempo. Realmente espero que encuentre una mate pronto, el más que nadie merece una familia propia.
Gunnar chasqueó con la boca.
—Si no fuera porque ya tienes mate, te diría que lo intentaras con él, es un buen muchacho —Gunnar intentó cortar una raíz sin éxito—. Realmente no creo que encuentre mate aquí, debería salir a buscar una.
—Varios le han aconsejado que vaya a otras manadas cercanas para intentarlo —dijo Jess—, pero creo que no quiere dejar a su mamá.
—Tal vez no te quiere dejar a ti.
Jess le dio un golpe en la cabeza.
—¡Ya, ya! —Gunnar soltó una risotada—, nunca me ha gustado todo el asunto de las almas gemelas de los hombres lobos, si fueran humanos, podrían estar con quien quisieran.
El sonido de un gran estallido los hizo ponerse alertas.
—¡Dantalian! —gritaron los dos al mismo tiempo que salían de la cabaña.
El caos y los gritos se habían apoderado de la manada. Muchas madres al igual que Jess corrían aterradas hacia la escuela.
Gunnar estaba angustiado, si eran los semidemonios del Reino de los hombres lobos estaban perdidos. Tenían que encontrar a Dantalian y largarse de ahí.
Para su buena suerte Wasilla venía con sus tres hijos pequeños y Dantalian corriendo, todos sujetados de la mano.
—¡Dantalian! —Jess cargo a su hijo con fuerza.
—¿Sabes que está pasando Wasilla? —dijo Gunnar desesperado.
—¡Otra vez esos locos! —Wasilla temblaba sin soltar a sus hijos—, yo estaba en la plaza camino a la escuela y aparecieron arrastrando a los vigías muertos, oh Jess —Wasilla empezó a llorar—, Kenai…Kenai…
Jess abrió mucho los ojos.
—No… —Jess negó con la cabeza aferrándose más a Dantalian, el niño había enterrado su carita en el cuello de su madre—. ¡No me digas…!
—No sé si está vivo o muerto —seguía Wasilla—, el alfa salió al rescate, seguramente los van a matar.
—¿Quiénes son? —preguntó Gunnar rápidamente.
—Los locos que querían matar a todos los alfas hace tantos años, yo era una niña entonces —tartamudeo Wasilla—, no son un gran ejército, pero son más que nosotros, mataran a nuestro alfa.
Gunnar miró a Jess, una parte le decía que debía desaparecer con ella a un lugar seguro, otra parte le pedía ir por el alfa. Era su amigo y lo necesitaba.
Jess decidió por él.
—Ve a ayudar, Gunnar —dijo Jess decidida—, ayuda al alfa, ayuda a Kenai. Yo me esconderé con Dantalian, estaremos bien.
—Jess…
—¡Esta es nuestra manada! —grito Jess—, ellos son mi familia, por favor…
—Iré a ayudar —asintió Gunnar—. Escóndete, si no vuelvo vete, vete lejos con Dantalian, no dejes que te atrapen, ¿Entendido?
Jess asintió, le hizo un gesto a Wasilla y las dos corrieron con los niños.
—¡Tío Gunnar! —escucho el llanto de Dantalian alejándose—. ¡Tío Gunnar!
Gunnar no tenía tiempo para consolar al pequeño, corrió hacia la plaza a toda velocidad con el corazón en la garganta. Aún dudaba de haber tomado una decisión correcta, se supone que su prioridad debería ser cuidar a Jess y a Dantalian, pero esa manada lo necesitaba ahora.
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