El proyecto dentro de AeroSat Innovación seguía siendo un secreto, apenas unos cuantos en la industria habían escuchado rumores dispersos. Se hablaba de una posible ganancia de dos mil quinientos millones de pesos, pero todos sabían que, una vez que el proyecto estuviera terminado, las ganancias podrían ser mucho mayores. Cada quien tenía su propia cifra en mente.
Gabriel apretó el entrecejo, sumido en sus pensamientos.
Irene inhaló profundo, tratando de calmar el torbellino en su pecho.
Enrique podía apostar fuerte; era de esas personas que parecían tener el control absoluto de su destino, manejando cada jugada con una serenidad envidiable.
Cuando alguien alcanza cierto nivel de poder, hasta el tablero entero se mueve a su voluntad.
En realidad, Enrique estaba respaldando a Camelia, poniéndose de su lado y, de paso, dándole una lección a Irene.
Si el proyecto se firmaba, MacroDigital Solutions se quedaría con el mando total.
Pero AeroSat Innovación, al querer disputarle el control, tendría que pagar un precio altísimo. Nadie te regala nada en bandeja de plata.
Con voz seria, Irene dijo:
—Voy a platicar esto con el presidente Lobos.
Al final de cuentas, era un asunto gigante; la empresa no era solo suya y no podía decidirlo por su cuenta.
Enrique, con la cara impasible, le hizo un gesto para que hiciera lo que creyera conveniente.
Irene y Gabriel salieron de la sala de juntas.
El señor Ramos también se levantó.
—Tomemos un descanso. Voy a salir a hacer una llamada.
...
Dentro de la sala, Armando soltó un resoplido.
—¿De verdad se atreverán a firmar ese acuerdo? ¿Tendrán tanta hambre como para tragarse algo tan grande?
Camelia apoyó la cabeza en la mano, mientras con la otra tamborileaba la mesa. Una sonrisa pícara le asomó en los labios.
—Irene ya ni sabe dónde está parada, pero Gabriel debería tener claro lo que hay en juego.
—Apuesto a que no se animan a firmar —añadió—. Si pierden la apuesta, estarían cediendo todo el control directo de AeroSat Innovación.
Para Camelia, Irene no era más que una asistente sin estudios, una novata en el mundo laboral. Gabriel, por muy fascinado que estuviera por ella, no podía ser tan ingenuo como para dejar que una decisión tan grande dependiera de Irene.

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