Todo por mi Hija romance Capítulo 262

—Espera un momento.

En ese preciso instante, Camelia entró al salón empujando la puerta con decisión.

Llevaba el contrato en la mano y, sin perder el paso, se dirigió directamente hacia la presidenta Torres.

—Presidenta Torres, aquí tenemos una mejor oferta. Además, sobre la base de la propuesta anterior, podemos aumentar cinco puntos más de ganancia para usted.

Camelia puso el contrato frente a la presidenta Torres con toda seguridad.

—Y, además, ambos somos socios, pero en este caso contamos con respaldo del gobierno para este trato.

MacroDigital Solutions tenía el presupuesto de sobra; cada negociación la llevaban con una actitud arrolladora.

Por eso, cualquiera de sus socios podía ser seducido con sus condiciones.

Camelia estaba compitiendo abiertamente, sin esconder nada.

Con una mirada llena de disculpa, se dirigió a Gabriel.

—Presidente Lobos, lo siento, pero la oferta de la presidenta Monroy es demasiado buena. MacroDigital Solutions acaba de arrancar y necesitamos afianzar nuestro camino. Este trato es esencial para nosotros.

—Al final, todos somos amigos y socios. No te vas a molestar por esto, ¿verdad?

Camelia no tenía intención de volverse enemiga de Gabriel.

Al fin y al cabo, Gabriel tenía a Grupo Lobos como respaldo, así que, pasara lo que pasara, jamás terminaría en desgracia.

De hecho, el trato de Camelia con Gabriel seguía siendo cordial.

Irene ni siquiera miró a Camelia. Su atención estaba fija en la presidenta Torres.

—¿Presidenta Torres?

La presidenta Torres sonrió, relajada, y dejó el contrato de Camelia sobre la mesa.

—Perdón, pero en los negocios no importa quién llegó primero, aquí solo cuentan los beneficios.

La negativa fue clara y directa.

Camelia levantó una ceja, extendió la mano y estrechó la de la presidenta Torres.

—Tienes buen ojo.

Luego, giró la cabeza y lanzó una mirada desafiante a Irene.

—¿Van a seguir subiendo la oferta?

Por mucho que AeroSat Innovación aumentara la propuesta, su capital nunca podría competir con el de Corporación Maximizecno.

Irene se recargó ligeramente en su silla, sin perder la compostura.

—Perfecto, yo ofrezco un quince por ciento.