Me levanto perezosamente al escuchar mi despertador; me dirijo al baño y me miró al espejo.
Mi cara parece la de un zombie, gruño al verme.
Giró la llave del caño y dejo el agua correr; con mis manos agarro un poco de agua para echarla en mi cara y de esta manera despertarme un poco.
Siento un pequeño dolor en mi vientre, lo toco con mi mano aun mojada, empiezo a respirar como el doctor me enseño a hacerlo para tranquilizarme.
Ya más tranquila, me pongo derecha, me vuelvo a mirar al espejo y siento unas grandes ganas inevitables de vomitar.
Sin pensarlo mucho me dirijo al inodoro y expulsó todo lo que puedo.
Al terminar, de votar todo lo que llevaba en mi estomago, me siento en el suelo del baño, al lado del inodoro; apoyo mi cabeza y espalda en la pared que esta detrás de mi, mientras me quejo en voz alta por el dolor.
- No tuve que a ver comido esas palomitas con extra-mantequilla, y la ensalada ayer en la noche- me regañe.
- En realidad, no tenías que haber comido el medio litro de chocolate derretido con la cubeta de papas fritas extra grande que nos enviaron con el pollo frito; y para rematar, con esa desagradable combinación, comiste huevos revueltos y un batido de fresas con leche y plátano- solo con escuchar su voz ya sé quién es; ruedo los ojos, no me volteo para mirarla, no es necesario- Traeré una pastilla con un té de hierbas- no digo nada, ni mucho menos me opongo; volteo levemente para ver su cabellera pelirroja salir del baño.
Aunque últimamente se estuviera comportado como una idiota aún así la quiero.
Me arrastro hasta el inodoro, cierro la tapa de este y jalo la palanca.
Me levanto del piso para dirigirme de nuevo al lavamanos.
Me lavo la cara de nuevo, me cepillo los dientes y boto el cepillo al tacho de basura.
Salgo del baño; veo a las sirvientas esperando mi salida del baño, al verme hacen una reverencia, yo respondo con un asentimiento de cabeza y les dejo pase libre para que entren a limpiar mi desastre.
Camino por mi habitación, entro a mi vestidor y me pongo algo cómodo.
Un enterizo de pantalón y tiras, de color azul oscuro; y unos tacones a juego.
Miro por la venta y me doy cuenta de que es un día fresco.
Después de cambiarme me miró al espejo, creo que después de la vomitada que di, me veo mejor, mis mejillas rosadas, mis labios no están pálidos.
No necesito maquillaje hoy, no tengo ganas de ponérmelo. Me cepillo el cabello.
Al terminar salgo de mi habitación y en el camino me encuentro a una de las sirvientas.
Ella esta con una bandeja, hace una reverencia ante mi antes de hablar.
- Su majestad, la señorita Jessica me ha pedido que le envié esto- me dijo levantando levemente la bandeja y haciendo que yo mire lo qué estaba encima de esta- Dice que lo tome lo antes posible para que su malestar cese.
Es el té y la pastilla.
- Gracias- dije mientras agarro la pastilla, me la meto a boca y agarro la taza para darle un leve sorbo para no quemar mis labios.
Hizo una reverencia y siguió su camino.
Con la taza en mi mano, seguí caminando hasta la habitación de Mary Anne.
Entro a su cuarto y esta sentada en su escritorio que queda justo al lado de la ventana que da para el jardín principal; ella está de espaldas hacia mí, mirando hacia su escritorio. Parece que está dibujando.
Sonrió al verla tan concentrada en lo que hace.
Dejo mi taza encima de su mesa de noche.
- ¿Y cómo se encuentra la nena más linda de todo el universo? - le pregunto acercándome detrás de ella para darle un fuerte abrazo.
Ella me lo devuelve y ríe levemente.
- Bien y ¿La mejor tutora del mundo? - me pregunto- ¿Cómo se encuentra?
- Pues bien- la abrace más fuerte- ¿Ya terminaste tus maletas? - le pregunte- Recuerda que nos iremos pronto.
- Si, solo me faltan mis lápices y unas cuantas hojas de mis dibujos- me dijo, miro al escritorio y estaba dibujando, es muy buena haciéndolo.
- Está bien, ¿y qué opinas de dar un último paseo antes de irnos de este lugar? - le dije poniendo mis manos en sus hombros.
- Sabes que nunca me gustó este lugar después del hechizo- me dijo volteando con su silla giratoria, veo sus hermosos ojos celestes.
- Pero recuerda que será la última vez de que lo veras antes de que cumplas once- le digo con una sonrisa- Por que mañana es el cumpleaños de una hermosa niña a la que conozco muy bien- le digo mientras le agarro un cachete con mis dedos.
- Sabes que no tienes que hacerlo- me dijo, la mire directamente a los ojos.
- Pero sabes que yo quiero hacerlo- le dijo con una cálida sonrisa- Además ahora eres como mi hermana, así que mereces una entrada a mi familia de la mejor forma, y una de esas es hacer un baile de bienvenida en el castillo- le dije, con mi dedo índice le toque la punta de la nariz- Y no quiero un no como respuesta, ya tengo todo listo allá.
- Nunca había ido a un baile- me comenta con algo de tristeza.
- Pues siempre hay una primera vez- le digo con una sonrisa- Y te aseguro que no será el ultimo.
Ella me devuelve la sonrisa.
- Princesa, la buscan en la puerta- dijo una sirvienta.
Volteo para verla.
- ¿Quién es? - pregunto
- Es su novio- me contesto.
Asentí con mi cabeza, una sonrisa se empieza a formar en mi rostro.
- Dile que ahora bajo, que me esperé un momento- le dije con una sonrisa. Ella asintió del mismo modo, aunque creo que algo forzado, y salió de la habitación.
Volteo para ver a Mary Anne- Ya vuelvo, cariño- le digo acariciando su mejilla, le doy un sonoro beso en ella y salgo de su habitación.
Camino hacia las escaleras y las bajo sin prisa.
Cuando veo en dirección a la puerta lo veo, esta parado en el marco de está.
Está cruzado de brazos mirándome con su típica sonrisa.
Al llegar al final de la escalera me cruzo de brazos, imitándolo, y levanto una ceja en su dirección.
Lo escaneo con la mirada y él hace lo mismo conmigo.
Lleva una camiseta blanca, sus jeans oscuros y su chaqueta de cuero negro. Su cabello está algo alborotado. Me dirijo a sus ojos y su hermoso color miel también me miran detenidamente.
- Al parecer usted es el que se hace llamar mi "novio" - digo desafiándolo.
- Y usted es la culpable de que miles de corazones rotos estén llorando en sus casas ya que ya elegí a mi Julieta- me respondió divertido.
- ¿Y ahora te llamo Romeo?- le dije alzando de nuevo mi ceja.
- Con tal de estar contigo dime el nombre que quieras, porque hago cualquier cosa por ti-dijo acercándose a mi, me agarro de la cintura con su mano izquierda y con la derecha agarro mi mejilla de una manera delicada y dulce- Te voy a extrañar, preciosa.
Me beso de una manera lenta y deliciosa.
Hace 3 meses no me imaginaba esto, pero se siente tan bien ahora, siento que tengo un vacío que tengo que llenar, y tengo la ligera sospecha que Marcus lo puede llenar.
Nos separamos por falta de aire, fue un beso como los que siempre me da.
- Yo también te voy a extrañar cariño- le dije tomando su mejilla con mi mano derecha.
Nos volvimos a unir en un beso.
Escuche como alguien raspaba su garganta en signo de incomodidad, nos separamos y miramos a la dirección de donde provenía aquel ruido.
Miro hacia la puerta y hay un guardia mirándonos desde ahí. Sonrío al ver su cara completamente roja.
Nadie, repito, nadie toca a mi pequeña.
- Pues yo no estaría así, si no la hubieras criado tan mal- me regaño, lo mire más molesta.
- Yo en todo el tiempo que la tuve nunca le enseñe tales palabras, pero de seguro lo escucho de ti, ya que como siempre mandas a la mierda a todo el que se te cruza- le grite.
- No me grites- me gritó con su voz de Alfa.
- Yo te grito si me da la regalada gana- le grite más fuerte, también con mi voz de Alfa.
- ¿Quieres saber que? Mejor me voy, buen viaje Samara- me dijo, tomo su chaqueta y volvió a su mismo lugar- Espero que luego no estés rogando para que venga por ti- escupió sus palabras.
- ¿Alguna vez te rogué? - levanté una ceja.
- Adiós- y sin más salió de mi oficina.
Como detesto a este chico, y no sé por qué lo quiero.
- Samara, el auto ya está listo- me dijo Mary Anne entrando.
- Está bien, vamos.
(...)
Marcus Pov:
- Kalipso- dije tratando de tranquilizarla.
- Nada de Kalipso- me regaño- Esa daga es una reliquia- me gritó más fuerte- Hechiceros y brujas murieron para poder crear 4 dagas como esa, y ahora me estás diciendo que la hija de la diosa Luna tiene una- se movía de un lado a otro- ¿Como mierda fuiste tan descuidado? - me grito.
- La clave como siempre, solo que un guardia la encontró- intente de que me escuchara.
- Entonces no la clavaste bien- me gritó- Cuando es clavada solo la puede ver quien la clavo o brujas muy poderosas.
Está bruja si que está molesta.
- Pero... solo dame otra-
Dije tranquilo, volteo a verme con cara de: "Estás muerto"
- ¿Que parte de solo hay 4 únicas dagas en el universo no entendiste? - se me acerco molesta- Solo tenia 2 dagas; la que perdiste y una que te tengo como uso personal, una que no se mueve ni se moverá de aquí, ya que estoy segura que si la diosa Luna se entera de lo que hago estaré muerta y condenada al limbo por el resto de la eternidad.
Se pasó la mano por su cabello frustrada.
- Ahora tendrás que ser más precavido, no podrás hablar en ningún momento de nuestros planes, ahora que ya no tienes la daga la diosa Luna podrá ver todo lo qué haces, esa daga era nuestra única protección.
Asiento con mi cabeza. Ella se empieza a relajar un poco.
- La recuperare- dije para que se tranquilizarla.
- Más te vale- escupió cada palabra.
- Bueno- me acerco a ella- Qué tal si para olvidarnos de esto... ya sabes, nos "Relajamos"- le dije pícaro.
Me miro con asco.
- Claro que no, busca a otra puta- se alejó- Cuando estoy molesta más te vale alejarte de mí.
Dicho esto, me saco de su casa y cerró la puerta.
En verdad está chica tiene problemas.
Me dirijo a mi casa. Pase por la mansión de Samara y veo como los autos donde se supone está ella y el resto de su gente se iban poco a poco.
Bueno, tendré que arreglar las cosas con ella.

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