Llegamos al jardín del lado oeste, es poco probable que me busquen aquí, y me dará más tiempo para intentar huir.
- Te estas distrayendo de todas formas- me dijo Lazuli.
Voltee a mirar a mi distracción, era muy lindo, además hace mucho que no tengo una conversación decente.
- Silencio Lazuli- dije entre dientes, veo como esos ojos verdes voltearon a mirarme, con una sonrisa.
- ¿Dijiste algo? - me pregunto.
- No, no, no dije nada- dije bajando mi mirada.
¿Por qué me estoy comportando tan torpe?
Me distraigo cuando por fin llegamos a una zona con bancas.
Nos sentamos en una de las bancas.
Ambos nos miramos, de pronto la conversación empezó a fluir.
Hablamos de varias cosas, fui fácil hablar con él, era raro, pero teníamos una especie de conexión inmediata, era como si estuviera hablando con alguien que conozco desde hace años.
No hablamos sobre nuestros cargos de poder o algo parecido, ambos lo estábamos evitando por lo que me di cuenta.
Él no sabe que soy la princesa.
- ¿Y tienes hermanos? - me preguntó.
- En realidad no, pero tengo primos que son muy cercanos a mí. ¿Y tú? - sonríe mientras volvemos a conectar miradas.
- Tengo una hermana menor, es muy especial, pero se hace de querer, creo que serían buenas amigas- dijo bajando la mirada
Yo sonreí enternecida, él volvió a hablar.
- ¿Y en qué tipo de amor crees? - me preguntó.
- No te lo diré.
- ¿Pero por qué no?
- Porque si yo te digo cuál tú me dirás que es el mismo. Solo dime cuál, yo no pienso mentirte.
- Las almas gemelas.
En ese momento sentí un nudo, yo también creo en ese tipo de amor, pero yo ya fui rechazada.
- ¿Pasa algo? - me pregunto al ver que no le respondía.
- Nada malo, no te preocupes, no eres tú, pero…- deje de hablar, me daba vergüenza decir que había sido rechazada.
De pronto siento que hace frio aquí.
Me abrazo a mí misma mientras volteo a mirar a otro lado; siento su mano tomando delicadamente mi mentón, hace que voltee mi cara para volverlo a mirar.
- ¿Pero? - me miró desconcertado- ¿Qué sucede?
Él suelta mi rostro.
Suspire, me siento tan avergonzada, pero debo decirlo.
- Fui... Rechazada- miré hacia otro lado, evitándolo.
- En verdad lo siento- su mano tocó mi hombro- Tal vez... Es solo un reto que la diosa Luna te está dando.
Claro, mi madre dándome retos, lo típico.
Sonreí de una manera algo cínica.
- De seguro- suspiré.
- Si no te sientes cómoda, podemos cambiar de tema- me miró a los ojos - ¿Qué dices? - sonreí de lado y asentí- Bueno.... Y cuéntame, ¿Qué hace una licántropa tan linda como tú en el jardín? - reí un poco por como lo dijo- Debería estar adentro junto con todas las personas distinguidas- dijo como fingiendo un acento de elegancia de manera terrible.
Reí y llevé mi mano a los labios para ocultar mi risa.
- Pero madre…- intente, pero me interrumpió.
- Samara, el trato era que si no funcionaba con Marcus te conseguiría un esposo - me dijo mi madre ya algo molesta.
- Pero...- me interrumpió violentamente.
- Nada de peros, jovencita, te casarás y punto- me gritó - Y ahora vamos que lo tienes que conocer- me dijo, y ni siquiera me dio tiempo de objetar ya que con un movimiento de manos ya estábamos en el despacho de la casa.
Quería llorar, pero no dejaría que nadie me vea débil. Solo me queda aceptar. Me senté en uno de los sillones. Mi madre me miró desde la puerta.
- No salgas de aquí hasta que yo vuelva- me dijo telepáticamente y cerró la puerta sin que pueda objetar, corrí tratando de volverla a abrir y nada, forcejeo la puerta, pero está asegurada.
- Mierda- exclamé molesta.
Mire mis manos y se me ocurrió. Moví mis manos conjurando mi magia para quitarle el seguro, un humo blanco salió de mis manos, eso significa que está funcionando. De pronto el humo se volvió a mis manos volviéndose unas esposas blancas de humos, hubo un brillo y luego desapareció, y mis poderes fueron anulados de pronto.
- Que astuta madre, que astuta- dije mirando lo que había hecho, hechizó la puerta y tal vez todas las formas de salir.
Miro a mi alrededor tratando de encontrar algo con lo que me ayude a salir.
Hay 2 ventanas grandes que dan hacia el patio, pero es imposible salir por ahí porque sé que mi madre debe de haberlas trabado. Recorro un poco más la habitación y encima de la chimenea hay unas espadas que forman una "x" con un escudo en el medio. No lo pienso 2 veces y corro a sacarla. Es algo pesada.
Llego hasta la puerta y empieza a golpear el cerrojo con ella. Solo se rompe la madera, pero es un buen inicio.
Sigo haciéndolo, ya estoy por lograr abrirla, un último golpe y....sí.
Me quede helada al ver lo que tenía frente a mí.
La puerta se abrió, dejando ver a mi madre y a uno de los Alfas que vi sin nadie al lado en la mesa. Y detrás de ellos había alguien.
Me están mirando sorprendidos, miro mis manos y tengo la espada, me paro derecha y dejo caer la espada.
Si mi madre estaba molesta antes, ahora estaba furiosa, en su mirada lo veía.
Estoy completamente jodida, mi madre me matara.

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