—Claro, solo si puedo llevar a Lía, mi novia, conmigo.
Si Marjorie se sorprendió por sus palabras, no lo demostró, en realidad si amas que encantada a que hiciera eso.
—Claro que sí, puedes traer a tu novia, esta sigue siendo tu casa y tus invitados son nuestros invitados. Los estaremos esperando. No tarden, tu padre quiere hacer una pequeña parrillada en el jardín y ya sabes como se pone con la puntualidad a la hora de comer.
La llamada se cortó. Dejando a un sonriente, Evan viendo a su chica.
—Desayunamos para después ir a comprarte ropa, pasaremos el fin de semana en casa de mi padre y su mujer.
No tardaron mucho tras esa llamada para que Lia fuera arrastrada por un Evan impaciente por toda la ciudad. Era fin de semana, así que como era lógico, todas las boutiques estaban cerradas, salvo una filial de la agencia de Marjorie la madrastra de Evan.
Por suerte ahí se encontraba Jean-Paul, media hora después Lia tenía a su disposición desde un traje de baño, ropa casual tanto para salir como para andar en casa, más dos trajes de cóctel para cenar o asistir a algún evento este fin de semana. Evan tenía todo cubierto para ella. Estaba más que claro que no le dejaría regresar a su casa ese fin de semana.
Tras una hora de miradas asesinas por parte de Lia a Evan llegaron a la casa de campo del padre de Evan.
El jardinero no tardó en acercarse al auto y abrirle la puerta a Lia.
—Bienvenidos, joven Anderson, señorita. El señor Anderson me ha dicho que les informe que está ya en el jardín esperándolos.
—Gracias— le agradeció al joven caminando tomando a Lia de la mano antes de detenerse— avísele al mayordomo que lleve todas las bolsas de compra de mi auto a mi cuarto y lo prepare para dos. La señorita Taylor y yo nos quedaremos todo el fin de semana.
Ella fingió la mejor sonrisa que era capaz de fingir tras lo que acababa de escuchar mientras clavaba las uñas en la palma de la mano de Evan, ya que si lo hacía en el reverso se podían notar las marcas.
— ¿Has dicho que dormiremos juntos?— preguntó en cuanto el mayordomo se alejó lo suficiente como para poder escucharlos.
—Lo he dicho y lo reafirmo. Dormiremos juntos— le contestó Evan tomándola de la mano nuevamente.
Se dejó llevar por su falso novio hasta el exterior de la casa sorprendida por la gran extensión de terreno que parecía rodear aquel lugar.
Allí estaban Marjorie y el esposo de esta conversando amigablemente cerca de una gran y lujosa barbacoa, de esas que solo había visto en las películas. Parecían tan abstraídos el uno en el otro que tardaron unos minutos en darse cuenta de su presencia y mirar en su dirección.

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