—Lo haré.
Sin dudarlo, Felipe dispuso que llevaran a Tiago al Hospital General de Horneros. Quizás le habían extraído la bala, pero era necesario que lo revisaran.
El médico del hospital se quedó boquiabierto al ver la herida. Era el mejor cirujano de allí y si tuviera que operar a pacientes como Tiago, tendría que hacerlo con cuidado. Después de todo, la bala estuvo demasiado cerca del corazón, y el paciente podría haber muerto si quien lo operaba no era lo suficientemente cuidadoso. Sin embargo, la persona que lo salvó consiguió operarlo y extraer la bala con éxito, ya que el corazón permaneció intacto. Solo unos pocos en Distrito Jade podrían realizar esa operación tan compleja.
—¿Qué sucede? ¿Le pasa algo a su herida? —Felipe entró en pánico mientras el médico permaneció en silencio durante demasiado tiempo.
—Señor Tiago, ¿puedo saber quién le extrajo la bala? —preguntó el médico con seriedad.
Era un cirujano famoso en Horneros, pero era evidente que esa persona era mejor que él.
—No lo sé. —Lo que más quería averiguar Tiago era quién era la persona que lo había salvado.
—La cirugía fue exitosa y solo le llevará unos meses recuperarse.
El médico se sintió muy decepcionado al enterarse de que no sabía quién lo había salvado. Era el mejor cirujano de todo Horneros y solo llegó a ser director de su departamento después de trabajar durante más de treinta años. Por lo tanto, no esperaba encontrarse con alguien que fuera mejor que él.
Cuando el médico se fue, Tiago miró a Felipe y este último se fue a investigar el asunto de inmediato. A la mañana siguiente, llegó a la sala y lo vio caminando.
—Señor Tiago, ¿quiere morir? —No podía creer que no le diera importancia a su salud.
«Si la persona de Jujuy se entera de esto, vendrá enseguida. ¿Está tratando de meterme en problemas?».
—Deja de decir tonterías —dijo Tiago.
—Descubrí quién lo salvó; aquí tiene. —Le entregó una carpeta.
Tiago la abrió, sacó los documentos y frunció el ceño al leerlos.
—¿Una estudiante de dieciocho años en su último año?
«¿Cómo podría una estudiante extraer la bala de mi pecho?».
—Felipe, ¿cómo te atreves a hacer semejante broma?
—Sabía que no lo creería. Yo también me sorprendí cuando lo leí, pero lo confirmé yo mismo; es ella —dijo luego de agitar las manos.
Felipe le mostró una foto; Tiago la agarró y la joven que aparecía en la fotografía tenía un rostro inolvidable. Era joven, alegre, hermosa y tenía unos ojos atractivos.
—¿Una estudiante de dieciocho años que es capaz de derrotar a mercenarios y operar? Interesante.
—Señor, ¿volvemos a Jujuy?
Desde el día en que llegó a Horneros, Tiago estuvo en problemas; era evidente que a alguien no le gustaba que él estuviera allí.
—No hemos resuelto nada todavía. ¿Por qué volveríamos? ¿Tienes miedo? Si es así, puedes irte sin mí —le dijo a Felipe quien crispó los labios con impotencia—. No le cuentes a él sobre esto.
El «él» al que se refería Tiago era su padre, Walter Lombardo.
—¿Y si el gran señor Lombardo pregunta por ti? ¿Tengo que guardar el secreto?
—No le digas nada. —Tiago estaba seguro de que podía manejar el asunto por sí mismo.
—Vamos a buscarla.
Cuando Felipe encontró a Sofía, ella estaba rodeada por unos cuantos rufianes.
—Eres Sofía Tamarín, ¿no?
Ella estaba usando el uniforme de la Escuela Secundaria de Horneros y tenía las mangas arremangadas para dejar al descubierto su pálida muñeca. Ella los ignoró y se adelantó.
—Maldición, jefe. ¡Acaba de ignorarlo! —gritó uno.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un ángel me salvó