UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 102

Zack movió sus dedos dentro de ella, resbalaban tan bien que solo podía imaginarse el segundo exacto en que los sustituyera por su miembro.

—Abre las piernas —gruñó mientras la inclinaba y la hacía cerrar los dedos sobre el pasamano de seguridad de la ducha—. Y agárrate fuerte.

Andrea tembló porque ya sabía lo que venía. En el mismo instante en que la mano izquierda de Zack se enredó en su cabello cerró los ojos y un instante después gritaba entre dientes, sintiendo la penetración rápida y profunda que la abría por completo.

—Si te duele puedes gritar —le advirtió él moviéndose despacio para llegar más profundamente—. Si te gusta también puedes gritar...

Pero lo cierto era que no había otra opción, porque en momentos como aquel los dos se volvían un poco locos. Las manos de Zack bajaron a sus caderas y se movió frenético dentro de ella.

Sus embestidas vibraban en la pared de cristal, sacudiendo la habitación completa y haciendo que todo diera vueltas. Andrea gemía y chillaba cuando ya no podía aguantarlo, pero aun así arqueaba la espalda para recibir cada vez más profundo el miembro que ahora rompía implacablemente su interior.

Sus cuerpos se movían al unísono, sus labios se separaban y se unían con desesperación cada vez que Zack tiraba de su cabello para alzarla hacia él. Sus manos buscaban y recorrían su piel, disfrutando de la sensación de estar tan unidos.

El fuego de los últimos instantes volvió a inundarla en un mar de éxtasis mientras Zack aceleraba el ritmo y Andrea solo pudo complacerlo.

—¡Por dios, ya no puedo más! —chilló desde el fondo de sus entrañas mientras el miembro de Zack golpeaba con fuerza.

Él también estaba desesperado, jamás se había sentido de aquella manera, como si follársela no fuera suficiente, como si hacerle el amor no fuera suficiente, como si necesitara más piel, más bocas, más todo.

La sacó de la ducha con un movimiento rápido y la inclinó sobre en lavabo frente al enorme espejo del baño.

—¡No, espera...! —ella jadeó cuando lo vio alcanzar el cinturón y enredarlo entre sus muñecas y la llave del grifo antes de embestirla de nuevo.

Andrea jamás había sentido nada como aquello. Verse en un espejo, desnuda, mojada y ansiosa era lo más excitante que había hecho en su vida; pero ver a Zack detrás de ella, moviéndose con fuerza, poseyéndola... ese definitivamente era otro nivel dentro del cielo.

Su cuerpo se sacudía al recibir cada embestida y los gemidos eran cada vez más profundos, más intensos. Él podía destrozarla en ese instante y ella lo hubiera disfrutado. Era demasiado morboso no poder moverse y saber que él podía hacer lo que quisiera porque tenía la confianza para dejar que lo hiciera.

Ella abrió los ojos despacio y murmuró pensativa:

—Si no ganamos el caso...

—Lo vamos a ganar.

—Todo puede pasar, Zack... nunca sabemos con qué pueda salir un hombre como Mason —susurró Andrea y Zack asintió.

—Tienes razón, pero si no ganamos el caso tampoco vas a perder a Adriana, te lo prometo.

Zack ya había pensado en esa posibilidad y había hecho arreglos para ella. Estaba preparado para perder el caso, pero aun así jamás volvería a perder a su mujer y a su hija. Jamás.