UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 107

El rostro de Mason era una máscara furiosa mientras se reproducía aquel audio.

—¡Objeción! —se levantó Basil—. ¡Nadie nos informó que se presentaría esta evidencia! ¡No pueden aceptarla!

—La orden acaba de llegar —sonrió Gazca mostrándole al juez un documento donde los peritos confirmaban la autenticidad del mensaje de voz, y que había sido firmado solo diez minutos antes.

El juez tomó el documento y lo leyó, exhaustivamente. Luego se dirigió a Gazca.

Licenciado, haga el favor de reproducir nuevamente el audio.

Gazca no se lo hizo repetir, y un segundo después todos volvían a escucharlo.

"¡Eres una zorra maldit@! ¿¡Estás follando con él!? ¿¡Estás follando con ese cabrón ahora mismo, Andrea!? ¿¡Se te olvidó lo que pasa cuando me provocas, put@!? ¿¡Quieres que vuelva a mandar a la mocosa al hospital!? ¿¡Eh!? ¿¡Eso es lo que quieres!? ¡La última vez solo le di leche mala, pero quién sabe qué se me ocurra ahora! ¡Te lo dije, no te puedes escapar de mí! ¡Nunca te vas a escapar de mí, porque si lo intentas tu mocosa es la que va a sufrir las consecuencias! ¿¡Me oíste!? ¿¡Me estás oyendo, zorra!?..."

Cuando el audio terminó, la expresión del juez era sombría.

—¿Usted de verdad hizo eso? ¿Enfermó a su hija para manipular a la señora Brand? —interrogó a Mason él mismo.

—¡Claro que no!... ¡Eso es falso, es un audio manipulado! —gruñó Mason.

—No me quiera hacer pasar por tonto, señor Lee, nuestros peritos acaban de confirmar que es un audio real y que esa es su voz —declaró su Señoría.

—Bueno... es que me obligaron. Me amenazaron para decir eso... ¡yo temía por mi vida! —exclamó Mason dando una última patada de ahogado.

Era evidente que el juez no le creía nada de eso, pero aun así se giró hacia el licenciado Gazca, porque asumía que debía tener una defensa para eso.

—Los peritos de la corte determinaron a través del mensaje que fue emitido desde el celular del señor Lee, que este se encontraba en las escalinatas del juzgado en ese momento —sonrió Gazca—. Hay tres cámaras en la calle que lo captaron, y en ninguna aparece el señor Lee siendo amenazado. Furioso sí, pero amenazado no.

El juez revisó aquellas fotos con fecha y hora, y luego miró a Mason.

Andrea y Zack se abrazaron con fuerza, aliviados y felices, hasta que escucharon aquellos gritos.

—¡Usted no puede hacerme eso! —gritó Mason levantándose—. ¡Quiero otro juez y un abogado menos inútil! —vociferó y el juez le hizo una señal a los guardias del juzgado.

—¡Señor Lee! —exclamó el juez con voz de trueno—. Usted todavía deberá enfrentar los cargos que un fiscal decida levantarle por perjuicio a la salud de la niña, o los que el abogado de la señora levante contra usted por intento de abuso sexual. Así que le recomiendo que se calle y comience a ahorrar para su próximo juicio.

Andrea se giró hacia Zack y lo abrazó por encima de la barandilla que la separaba del público.

—¡Lo hicimos! —susurró, y luego mirando Gazca añadió con una sonrisa—: Gracias.

El abogado les devolvió la sonrisa y dijo:

—Deben saber que esto no fue obra mía. Ustedes dos se merecen el crédito por haber tenido el valor de luchar contra todas las probabilidades y salir victoriosos.