UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 114

—¿Qué pasó, Andrea está bien? —preguntó él con el corazón en la boca.

—De salud, sí, pero la policía detuvo su camioneta en un retén de la carretera y la están arrestando ahora mismo —le dijo el guardaespaldas—. No parece una simple multa... parece algo más grave.

—¡Sigue a la patrulla y dime a qué comisaría van! —exclamó Zack y luego todo alrededor de él se convirtió en llamadas urgentes y prisa.

Andrea, por su parte, no había tenido ni idea de qué se trataba hasta que uno de los policías la había mandado a detener el coche a la vera de la carretera. La verdad era que todos pasaban de prisa hasta llegar a ella. Frunció el ceño cuando los vio soltar perros alrededor del coche y bajó la ventanilla para escuchar a un oficial pedirle que se bajara del auto.

Ahí fue cuando comenzó la pesadilla.

La policía revisó la camioneta minuciosamente. Andrea no entendía, era como si supieran que había algo ilegal allí, y en lo que pareció una eternidad comenzaron a mover todo y sacaron dos paquetes blancos que estaban bajo la rueda de repuesto.

—Lo tenemos —dijo uno de los oficiales y otro se acercó a ella, leyendo el nombre en su licencia.

—Andrea Brand —dijo sujetándole las manos a la espalda—. Queda arrestada por posesión y tráfico de drogas.

Andrea abrió los ojos espantada.

—¡¿Droga?! ¿De qué...? ¡¿De qué está hablando?! —exclamó asustada.

—Encontramos dos kilos de cocaína en su vehículo —dijo otro oficial—. Vamos a llevarla a la comisaría para ser interrogada de inmediato.

Andrea sentía que iba a desmayarse del miedo. ¿Droga? Para empezar la camioneta ni era suya, pero estaba segura de que Zack tampoco se metería en algo como eso. Por suerte había estado demasiado cerca de los números de la empresa como para saber de dónde venía el dinero de Zack y que todo lo suyo era absolutamente legal.

Entonces si no era de ella y tampoco era de Zack, aquello solo podía ser una trampa. Después de todo, aquellos policías parecían saber muy bien qué y dónde buscar. Así que sabía que negar que aquellos paquetes eran suyos no sería suficiente para los oficiales, ellos no escuchaban sus explicaciones.

Mientras ella intentaba defenderse, una de las mujeres policías s ele acercó.

—Si no ha hecho nada malo entonces no tiene de qué preocuparse —gruñó con voz ronca—. Ahora súbase a la patrulla antes de que también la acusen de resistirse a la autoridad.