Resumo do capítulo Capítulo 0139 do livro UN BEBÉ PARA NAVIDAD de Day Torres
Descubra os acontecimentos mais importantes de Capítulo 0139, um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance UN BEBÉ PARA NAVIDAD. Com a escrita envolvente de Day Torres, esta obra-prima do gênero Romántica continua a emocionar e surpreender a cada página.
—¿Vas a estar bien? —preguntó Gazca cuando lo vio poner una mano sobre la baranda de la escalerilla para subirse al avión.
—Sí... —respondió Zack, pero no había convicción en sus palabras—. Solo tengo que poner mis pensamientos en orden.
Sin embargo aquellos pensamientos estaban mucho peor que cuando había llegado. La imagen del cadáver de Mason no se alejaba de su mente, y daba gracias a dios y todos los santos que Andrea no hubiera tenido que verlo jamás.
Pero eso no era suficiente, y ella enseguida notó que algo le sucedía cuando llegó de regreso de su viaje y el beso que le dejó en los labios fue demasiado fugaz. Mientras ella se moría por abrazarlo, Zack le entregaba documentos o deshacía la maleta, dejándole de cuando en cuando un abrazo demasiado carente de pasión.
—¿Todo salió bien? —preguntó Andrea mientras revisaba los papeles de su hija.
—Sí, muy bien. Con esto mañana a primera iremos al juzgado y comenzaré a tramitar la adopción. En unos días ya debe estar —dijo él mientras desempacaba.
Andrea sintió un nudo en la garganta porque ni siquiera conseguía conectarse con sus ojos, y esa noche no tuvo más remedio que irse a dormir sin él, porque Zack insistió en quedarse trabajando para poner en orden no sabían cuántas cosas atrasadas que tenía.
Al día siguiente los malos presentimientos de Andrea solo empeoraron. Zack podía tomar su mano mientras caminaban, y ella no dejaba de sentirlo como un gesto vacío. La vorágine de trámites burocráticos para la boda y la adopción los absorbió a tal punto que ella ni siquiera pudo conseguir que Zack le prestara atención a otra cosa.
—¿Estás lista? —preguntó él ofreciéndole su brazo para salir del auto.
Habían decidido que harían aquello solos, sin una fiesta o sin grandes celebraciones. Solo estaban Loan y Milo como testigos.
Andrea se apoyó en él para bajar y luego negó.
—No, no estoy lista y tú tampoco, pero parece que de todas formas vamos a hacer esto, ¿verdad?
Zack respiró hondo y forzó una sonrisa que no le llegó a los ojos.
La abrazó con cariño y luego subieron las escaleras del juzgado.
Ya dentro, el oficial de ceremonias los enseguida guio por la sala haciéndoles preguntas y leyendo la declaración pública. Los anillos brillaron a la luz del sol que entraba por una de las ventanas cuando Zack colocó el anillo en la mano de Andrea. Y aunque ella esperaba un beso, solo se quedaron mirándose a los ojos sin decir palabra.
Cuando el oficial le preguntó si deseaba tomarlo como su cónyuge, Andrea contestó con un susurro:
—No lo sé... La verdad es que no lo sé, yo... necesito espacio, Andrea, necesito tiempo para procesar todo lo que pasó...
—¡Lo que pasó no fue tu culpa! —exclamó ella con frustración—. Mason sabía el mundo en el que estaba metido. ¿Crees que su jefe no se hubiera enterado tarde o temprano que le había robado? ¿¡Crees que no iba a matarlo cuando lo descubriera...!?
—¡Pues no lo sé! ¡No lo sé, pero la verdad es que yo fui el mensajero! ¡Fui allí, le pagué para matarlo y él lo asfixió en cemento por diez minutos! ¡Y eso es algo de lo que no puedo escapar! ¡Discúlpame si no soy un maldito sociópata y provocar a muerte de otro ser humano me quita el sueño! —replicó él con un gesto de impotencia.
Andrea dio dos pasos hacia atrás y negó.
—¿Y crees que a mí me hace feliz que haya muerto? —susurró mientras las lágrimas le subían a los ojos.
—Pues la verdad no pareces muy afectada.
Ella apretó los labios y no evitó que aquella desesperación le mojara las mejillas.
—¿Quieres saber por qué? —respondió intentando no ponerse a temblar—. Mason Lee me robó todo lo que tenía, me abandonó sin tener cómo sobrevivir con mi hija en brazos. Y como si eso no fuera suficiente, me amenazó, me golpeó, trató de violarme, me quitó a mi hija y la lastimó hasta enviarla a un hospital, y si no estuviera muerto yo estaría en la cárcel y solo Dios sabe qué atrocidades le estaría haciendo a mi hija. Así que puedes hacer de cuenta que su muerte fue obra mía, porque si hubiera caído en mis manos posiblemente le habría hecho algo peor.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
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