UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 144

Se despidió de todos, y le prometió a Adriana que muy pronto traería al atrofiado emocional de su padre de regreso. Se subió al avión privado y antes de que hubiera tenido tiempo de darse cuenta ya estaba aterrizando en la costa oeste de los Países Bajos.

Localizar el juzgado no fue difícil. Averiguar por el Director de Crimen Organizado de la CIA tampoco, pero llegar a él era un asunto muy diferente.

—Necesito hablar con Jhon Hopkins —le dijo a uno de los guardias pero este negó.

—El señor Hopkins está ocupado ahora, tiene que hacer una cita.

Chiara miró más allá de la cadena, el hombre que parecía estar dando las órdenes era imponente, se notaba a leguas que sabía cómo mandar y era extremadamente atractivo. Pero no solo era un hombre guapo, no. Lo sexy lo llevaba en el alma, lo mismo que la oscuridad y cierto grado de maldad estratégica que Chiara sabía reconocer muy bien.

—Vaya y dígale que hay una mujer que lo necesita con urgencia, por favor.

—Ya le dije que no puedo...

—¡Estás a tres malditos metros! —gruñó cuando lo vio moverse—. ¡Dile que que quiero hablarle!

El hombre fue y viró en un segundo, y solo le dio otra negativa.

—Dice que ahora no puede, mejor váyase...

Evidentemente no iban a dejarla acercarse y Chiara no iba a permitirse perder la oportunidad.

—¡Estoy embarazada, Jhon! —gritó lo más alto que pudo—. ¡¿Hasta cuándo vas a seguir negándome!? ¡¿O es que no piensas hacerte responsable?!

Cada persona en aquel corredor giró la cabeza hacia ella, y por encima de todos, Jhon le dirigió una mirada asesina. Era una mujer muy hermosa, de largo cabello castaño recogido con elegancia y toda la actitud de una reina. Sin embargo le estaba gritando una mentira en medio del juzgado de la corte internacional.

Se acercó a ella con el instinto del depredador y la observó de arriba a abajo con una mirada lasciva.

—Estoy bastante seguro de que jamás me he acostado contigo, pero puedo hacerte el favor en cualquier momento —murmuró con un tono que hizo que a Chiara se le erizara la piel, pero ella no era de las que se amedrentaba fácilmente.