UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 146

Mientras, ya Zack entraba por las puertas del hospital con la desesperación vibrándole en el cuerpo. No tardó en encontrar la habitación de Andrea y casi dejó de respirar cuando la vio allí acostada.

Corrió hacia ella y tomó su mano con suavidad, acariciando sus dedos besándola mientras trataba de contener las lágrimas.

—Pastelito... amor —suplicó con voz quebrada—. Por favor, despierta...

Zack acarició la mejilla de Andrea, tratando de hacerla reaccionar.

Ella abrió un poco los ojos y le sonrió aunque sus labios se movían lentamente intentando decir algo. No habían pasado ni diez segundos cuando volvió a dormirse y Zack apretó los puños, asustado. Un par de enfermeras entraron para ver qué pasaba pero cuando vieron su cara entendieron la situación y salieron a buscar de inmediato al médico.

Un minuto más tarde el médico llegó para hablar con él. El doctor le explicó los detalles del diagnóstico y lo que estaban haciendo para tratarla, al ver la preocupación en los ojos de Zack decidió salir al pasillo para tener más privacidad.

—Escuche, esto es muy difícil, pero el embarazo es muy reciente, solo tiene cuatro semanas. Lo principal es salvar la vida de su esposa —le dijo.

—¿Hay alguna forma de salvarlos a los dos? —preguntó Zack con los ojos llenos de lágrimas.

Un rubor de preocupación cubrió el rostro del doctor mientras explicaba detalladamente las consecuencias.

—Lo lamento mucho, pero no. Necesita un choque de antibióticos muy fuerte para recuperarse, tiene una bacteria demasiado agresiva que tuvo tiempo para desarrollarse —dijo el médico—. Además tenemos que usar otros muchos medicamentos para paliar el daño que ya tiene en los pulmones, entonces necesitamos que autorice el tratamiento, sabiendo que no podrá mantenerse el embarazo.

Zack se mesó los cabellos con desesperación. Sentía que moriría de dolor en ese mismo momento, pero se obligó a seguir escuchando lo que le decía el doctor. Si aquella era la forma de Dios de hacer las paces con él, entonces le estaba cobrando muy caro lo que había hecho con Mason.

—Entonces... tienen que... interrumpir el embarazo... ¿Van a... operarla o algo? —su cerebro estaba desconectado de su boca y sentía que no podía hilvanar ni una sola frase.

—No, nada de eso. El embrión todavía no mide ni dos milímetros, solo se desprenderá y lo sangrará como en cualquier periodo normal —lo tranquilizó el médico—. Es más, si no se lo decimos es probable que ni siquiera se entere.

Zack sintió que se le destrozaba el corazón, pero cuando el médico le extendió la tablilla la firmó sin dudar.

—Haga lo que tenga que hacer, pero dígame que se va a recuperar —pidió.