UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 148

Resumo de Capítulo 0148: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo do capítulo Capítulo 0148 de UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Neste capítulo de destaque do romance Romántica UN BEBÉ PARA NAVIDAD, Day Torres apresenta novos desafios, emoções intensas e avanços na história que prendem o leitor do início ao fim.

Zack asintió con un suspiro. Él sabía muy bien dónde Andrea había pescado aquella enfermedad, y lo que más le dolía de todo era que todavía estaban pagando las consecuencias del odio de Mason.

El médico se despidió y Zack pasó toda la noche allí, rezando mientras apoyaba su frente en la mano de Andrea y le repetía una y otra vez cuánto la amaba. Cada cierto tiempo venían algunas enfermeras a revisarla, hasta que casi de madrugada una de ellas salió apresurada y volvió con el doctor.

Zack sintió que el corazón se le ponía en la garganta cuando lo sacaron a toda prisa de la habitación, y poco después el médico salió con semblante sombrío.

—¡¿Ella está bien?! ¿¡Andrea está bien!?

El doctor asintió despacio, pero Zack podía oler las malas noticias.

—Su esposa está bien... pero sucedió lo que estábamos esperando. Comenzó a sangrar y acabamos de hacer una prueba para comprobarlo: el embrión se desprendió —le informó el médico—. Lo lamento mucho, señor Keller.

Zack apretó los labios y los puños mientras intentaba encajar aquella noticia, pero su consuelo estaba en que Andrea mejoraría, Andrea iba a sobrevivir. Así que hizo lo que mejor sabía hacer: se tragó toda aquella tristeza y volvió adentro, a tomar su mano y esperar a que ella abriera los ojos.

Estaba ya amaneciendo y la luz que entraba por la ventana hizo que Andrea abriera los ojos. Sentía los párpados pesados y el cuerpo ausente, como si no tuviera ninguno, y estaba tan aturdida que apenas era consciente de dónde estaba. Sin embargo de lo que sí estaba segura era de conocer al hombre que apoyaba la cabeza sobre su mano.

—¿Zack...? —murmuró apenas y él se despertó sobresaltado.

—¿Amor? ¡Amor estás despierta! ¡Oh Dios, estás despierta! —derrapó hacia la puerta y gritó por una enfermera antes de volver junto a ella—. ¿Cómo te sientes?

Andrea parpadeó despacio y trató de tocarse la garganta, que le dolía mucho.

—¿Puedes darme... agua?

Zack le acercó un pequeño vaso con un absorbente y Andrea bebió unos sorbos.

—Volviste... —murmuró con voz ronca.

—Pues claro que volví. ¿Cómo no iba a volver? Te dije que solo me iría por poco tiempo... pero eso fue por bruto, porque no debí irme ni mucho ni poco, tenía que haberme quedado y...

Andrea asintió con lentitud.

—Estaba embarazada de pocas semanas —susurró—. El médico dijo que el embrión no soportó el tratamiento, pero que si no me hubieran dado ese antibiótico me habría muerto.

Zack se cubrió la boca con el dorso de la mano intentando contener aquel sollozo.

—Lo siento mucho, nena, de verdad. No quería que esto pasara pero yo... yo fui quien firmó la autorización para que te dieran ese tratamiento. Lo siento mucho, pero no podía dejarte morir... —dijo y sus ojos se encontraron con los de Andrea, y no vio una sola gota de acusación en ellos.

Una mano de la muchacha fue a encontrar las suyas y tiró de él hasta que Zack subió a aquella pequeña cama para abrazarla.

—Siento que hayas tenido que tomar esa decisión solo... sé lo duro que debe haber sido para ti —dijo Andrea, que no olvidaba todo el dolor que había sentido alguna vez en Zack por la pérdida de su primer bebé—. Pero si sirve de algo... gracias por salvar mi vida.

Andrea escuchó aquel sollozo ahogado y cerró los ojos contra su pecho mientras él la estrechaba con fuerza. Pero aunque lo perdonaba de corazón, y aunque lo amaba como no amaba a otro hombre en el mundo, sabía que las cosas a partir de ese momento tenían que cambiar... drásticamente.

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