UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 163

Cinco minutos, solo cinco minutos después Zack salió de aquel edificio y Andrea sintió una rabia como hacía mucho tiempo que no sentía. Especialmente porque miró su reloj y se dio cuenta de que desde hacía algunos días Zack venía desapareciendo de la empresa más o menos por esa hora.

Ella no le había dado importancia porque la verdad era que Zack jamás se sentaba detrás de un escritorio, siempre estaba en movimiento; pero viendo aquello esa pieza en particular había encajado en su sitio.

Ni siquiera fue a la empresa. Dio media vuelta y se fue a casa a tratar de calmarse, y cuando Zack llegó en la tarde con Andrea no lo recibió precisamente con un beso.

—¿Qué hacías con Giselle hoy en un edificio del centro de la cuidad? —le preguntó directo al pecho y Zack abrió mucho los ojos.

Ya sabía que ella no era de dar rodeos, pero enseguida negó.

—No sé de qué estás hablando, Andrea —le dijo mirándola directamente a los ojos y ella apretó los puños.

—¡Te vi, Zack! ¡Te vi hoy! Te metiste al edificio de la calle Hinter con Friedberg... Friedb... ¡Ese mismo! ¡No te hagas el idiota! ¡Yo te vi con estos ojos! —exclamó Andrea molesta.

Zack pestañeó aturdido pero siguió negándolo.

—Pues sí, sí fui a ese lugar, pero no a verme con Giselle. ¡Jamás a verme con Giselle! —replicó.

Andrea sintió que la impotencia la dominaba y puso un dedo acusador frente a su nariz.

—Ella salió y tú saliste cinco minutos después —siseó—. Has estado escapándote de la oficina todos los días para ir a ese lugar. ¡Has estado viéndote con ella! ¿Por qué me lo niegas?

—¡Porque no es cierto! —gruñó Zack—. Sí he ido a ese edificio todos los días a esa hora... y sí he estado viéndome con alguien, pero no...

—¿¡Con otra mujer!? ¡¿Te has estado viendo con otra mujer?! —le gritó Andrea.

—Pues sí he visto a una mujer pero no es lo que p...

—¡No me jodas, Zack! ¡¿No es lo que pienso?! ¿En serio?

Vio a Zack subir y lo siguió, dobló cada esquina tras él, y cuando lo vio abrir aquella puerta al final del pasillo y entrar, corrió hacia ella tan rápido como pudo.

—¡Te dije que te iba a atrapar, hijo de tup...!

Andrea se quedó muda cuando vio a Zack acostado en aquel sofá.

—Como le decía, doctora, mi mujer no es celosa, nada tóxica. No tiene delirios de infidelidad ni me persigue por toda la ciudad para ver si me encuentra infraganti con otra... —declaró él mirando al techo, como si ella no estuviera en la puerta con el paraguas levantado como el martillo de Thor.

—¿Eh?... ¿Doctora?

La mujer, de unos sesenta años y aspecto amable señaló la puerta y Andrea leyó el letrero que antes ni se había molestado en mirar.

—"Doctora Clarissa Flynn... Psicóloga"... ¡Ah...! —murmuró y vio que Zack casi se doblaba de risa desde su sofá—. Este... Qué pena, ¿no? —retrocedió y tanteó la manija de la puerta—. Pues yo mejor me voy... este... mmm...