UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 164

—Señora Brand, tal como veo las cosas usted está necesitando tanta terapia como su marido —sentenció la doctora—. ¿Qué le parece si se queda hasta terminar la sesión?

Andrea pasó saliva pero la doctora se veía tan respetable que no se atrevió a contradecirla.

—Bueno... sí, claro... me puedo quedar.

—Perfecto, pero el arma la deja en la puerta, por favor —dijo señalando al paraguas y Andrea lo soltó de inmediato.

—¡Sí, claro... claro! ¡Qué pena! Pues me quedo ¿no?

Dejó el paraguas y su abrigo en la percha de y se sentó al lado de Zack, que ha se había incorporado para hacerle su espacio.

Andrea lo miró de reojo y él solo le tomó la mano y le besó el dorso antes de ponérsela sobre la frente y estallar en carcajadas.

Aquello, que debía ser una sesión individual, al menos ese día se convirtió en una pequeña terapia de parejas y mientras escuchaba a Zack hablar, Andrea no pudo evitar que su corazón se llenara de calma, porque por fin él estaba sacando todo aquel dolor que había tenido atorado durante tanto tiempo.

—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó mientras salían de allí de la mano y Zack pasaba un brazo sobre sus hombros.

—No lo sé, no es algo como para sentirme orgulloso, solo era algo que tenía que hacer y lo hice —respondió él encogiéndose de hombros.

—Pues yo sí estoy orgullosa —le dijo Andrea deteniéndose—. Estoy muy orgullosa de que hayas buscado ayuda, de que hagas todo lo necesario para seguir adelante, eso significa que eres un hombre muy valiente, Thorcito.

—Y tú sabes que no lo hago por mí —contestó él envolviéndola en un abrazo—. Lo hago por nuestra familia. —Yo haría cualquier cosa para verte feliz —dijo Zack acercando su cara a la de ella y sellando sus labios en un beso dulce y coqueto—. ¿Sí sabes que te viste muy sexy en tu modo tóxica perseguidora?

Andrea hizo un puchero antes de golpearlo en el hombro y él le regaló una sonrisa y la besó en la frente antes de volver a tomarla de la mano. Sin embargo aunque su corazón ahora estaba tranquilo, eso no significaba que ella olvidara lo que había visto.

—Zack, no te mentí, sí vi a Giselle ayer —le dijo con seriedad—. Y la vi también hoy. Entró solo unos minutos antes que tú y... mira dime loca o lo que tú quieras, pero yo no creo en las casualidades.

Zack arrugó el ceño mientras caminaba pensativo.

—Es que de verdad no se me ocurre nada. Yo he estado viniendo a las sesiones con la doctora... Quizás vive en uno de los departamentos de los últimos pisos... —pero de repente él solo negó—. No, es que no tiene ningún sentido que Giselle esté aquí, o que viva en Lucerna. —Respiró profundo y se encogió de hombros—. Mira Pastelito, la verdad es que no tengo idea, pero yo no tengo nada que ver con Giselle desde hace mucho tiempo. Las cosas entre ella y yo murieron para mí incluso un año antes de conocerte, así que lo que sea que haga en esta ciudad, no tiene nada que ver conmigo.

Andrea asintió aunque no se tragaba la coincidencia.

—¿Ya? ¿Tan temprano? —protestó.

—Pues cuanto más temprano te vayas antes regresarás. ¿Como cuánto te tardas en recoger tu ropa? —preguntó Andrea y Zack la miró con el pecho hinchado de la emoción.

—¿Es en serio? ¿No estás jugando conmigo? —preguntó nervioso y ella negó.

—Claro que no.

De repente lo vio volver corriendo al auto y en menos de treinta segundos regresaba con una mochila al hombro.

—¿Tenías tus cosas en el auto?

Zack la levantó por la cintura y la besó apasionadamente mientras sentía que por fin era feliz.

—¿Qué quieres que te diga? Yo siempre he estado listo para volver.