UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 165

Zack cerró los ojos y respiró profundo mientras sentía los dedos de Andrea delineando cada uno de los tatuajes de su espalda, y cada vello de su cuerpo se erizó cuando esos dedos fueron sustituidos por su boca.

—Tú hoy quieres que yo no vaya a trabajar, ¿verdad? —murmuró y se dio la vuelta para atraparla entre sus brazos.

La subió hasta la encimera de la cocina y se metió entre sus piernas con un gesto posesivo.

—Pues tu jefa por hoy va a saltarse el horario de oficina, y de paso te da el día libre para que hagas lo que quieras —dijo Andrea sobre su boca.

—En ese caso, creo que hay algo muy especial que quiero hacer con mi jefa —sonrió él.

Tener un desayuno "excitante" solo fue la primera parte de ese día. Luego Zack le pidió que se pusiera ropa de abrigo después de dejar a la bebé con sus abuelos, que ya se pasaban de consentidores, se la llevó a uno de sus lugares favoritos en la ciudad.

—¡No mires abajo, no mires abajo! —murmuraba Andrea mientras subían en el teleférico y se aferraba al brazo de Zack como una lagartija.

—¿Sabes qué, amor? Si tienes miedo te puedes subir aquí —le dijo él tomándola por las caderas y sentándola a horcajadas sobre él.

—¡Ay Dios, estás loco! No hay sexo en las alturas, me niego... me estoy mareando...

Zack rio divertido y la abrazó, haciéndola cerrar los ojos para que no viera cuánto estaban subiendo. Llegaron a la cima de la montaña y allí Andrea casi se abrazó a un árbol.

—¡Ni pienses que voy a bajar de aquí! —exclamó Andrea pero en lugar de esquís Zack le mostró una linda moto de nieve.

—Tranquila, tú solo súbete detrás de mí, agárrate fuerte y vamos a tener un lindo paseo por la montaña —le dijo dándole un beso suave.

Andrea asintió, confiando en él mientras subía a la moto y se abrazaba a Zack. El movimiento de la moto los hizo acercarse aún más y Zack rio porque parecía una pequeña koala. La montaña era preciosa, cubierta con un blanco inmaculado y algunos árboles resistentes con sus ramas negras saludando desde el fondo. Perdió la noción del tiempo mientras Zack manejaba la moto entre los árboles cubiertos de nieve.

—Creo que voy a volver a participar en los próximos juegos —dijo él de repente y Andrea lo miró emocionada.

—¿Vas a volver a competir? —preguntó.

—Pues... podría. Digo, todavía estoy en forma, no soy un viejito. Y no tuve oportunidad de presumirte esa parte de mi vida así que ¿por qué no hacerlo ahora?

Andrea se mordió los labios con fascinación porque no podía imaginar algo más tierno que el hecho de que él quisiera presumirle un título de campeón de juegos de invierno. Pero si eso era loque él quería, ella se subiría cada día a esa montaña para verlo entrenar, aunque estuviera muriéndose del susto lo mismo a la subida que a la bajada.

—Me parece excelente —dijo echándole los brazos al cuello—. Pero me está pareciendo, señor Keller, que en ese caso necesitará usted una representante, y resulta que yo amablemente me le ofrezco.

—¡Uff, qué rápida eres! ¡Te enseñé bien! Pero tendré que ver qué tanto me ofrece, señorita Brand...