UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 167

Se le tenía que ocurrir algo impresionante, algo hermoso porque su padre tenía razón, aquella sería su última propuesta de matrimonio y tenía que ser perfecta.

Así que Zack alquiló la misma cabaña donde se habían quedado en Navidad, el lugar donde ambos habían pasado unos días maravillosos. Hizo todos los arreglos necesarios para preparar el escenario perfecto. Él sabía que a Andrea le encantarían los recuerdos que tenían allí, sobre todo el ambiente relajado y romántico del lugar.

Una vez todo estuvo listo, dejó a Adriana con los abuelos y pasó por una florería. La esperanza y el nerviosismo se combinaban con su entusiasmo mientras escribía aquella nota para Andrea. Era muy sexy eso de citarla fuera de la ciudad, y enviarle la invitación con una docena de rosas rojas era aún mejor.

Estaba tan ansioso que casi siguió al chico a la casa, pero en lugar de eso se mantuvo firme y fue a la oficina, a dejar todo arreglado para ninguno tuviera que volver en dos o tres días.

Firmó algunos documentos pendientes y antes de que saliera su asistente se detuvo en la puerta.

—Disculpe, señor Keller, pero afuera hay una señorita que insiste en verlo. Dice que es urgente —murmuró y Zack se encogió de hombros.

—Claro, no hay problema —respondió después de mirar su reloj, porque tenía como diez minutos de ventaja.

Sin embargo la persona que entró por aquella puerta le borró la sonrisa en un segundo.

—¿Qué quieres? —fue su saludo cortante y Giselle se quitó el abrigo para dejarlo a un lado.

—¡Vaya, parece que es cierto eso de "dime con quién andas"...! —siseó con enfado—. ¿No se te ha pegado otra cosa de la mosca muerta con la que andas que no sea su falta de educación?

Zack se crispó al escucharla, pero respiró profundo, porque no iba a caer en una confrontación inútil con Giselle, eso sería darle más atención de la que merecía.

Y lo pero de todo era que la mujer que amaba ya iba en camino hacia la cita.

Andrea había recibido aquel ramo de rosas con el corazón acelerado y se había derretido de amor ante la nota. Zack era demasiado tierno cuando se lo proponía y ella podía intuir que aquella noche sería su noche, el momento en que por fin decidirían que querían estar juntos para siempre.

Cuando llegó ya casi estaba atardeciendo. La cabaña tenía una iluminación tenue y por todos lados había pétalos de rosas. En el salón, pequeñas luces de colores se reflejaban en los espejos por todos lados. Andrea no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Se sentía absolutamente maravillada. Zack había preparado una velada romántica para celebrar su amor y ella se sentía se como si estuviera en un cuento de hadas.

Era el lugar perfecto para una noche de amor, todo estaba listo, solo faltaba Zack.

Cada minuto que pasaba parecía más intenso e interminable. Andrea esperaba ansiosamente su llegada pero él no aparecía. Una hora después comenzó a preocuparse. Dos horas después, Andrea lo llamaba sin descanso y él no contestaba.