UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 174

Zack se retorcía de placer al tiempo que la miraba con los ojos entrecerrados por el deseo, encontrándose con la mirada de Andrea que lo observaba como si quisiera devorarlo.

Ambos estaban más rígidos que nunca, sus cuerpos bañados en sudor y sus alientos jadeantes mezclados. Por primera vez desde que se habían conocido, Andrea llevaba la iniciativa y Zack estaba disfrutando cada momento a su lado.

—No me voy a detener hasta que te corras, Pastelito —dijo él con firmeza mientras le besaba el cuello—. Te quiero tanto...

La fuerza de sus embestidas iba creciendo hasta que aquel clímax perfecto arrasó con los dos. Se escucharon gritar, gruñir y sus bocas se devoraron en un beso increíble.

—Cásate conmigo —dijo Andrea entre jadeos, intentado recuperar el aliento, pero cuando abrió los ojos Zack definitivamente había dejado de respirar.

—¿Es en serio? —murmuró él.

—Por nuestra hija te lo juro. Quiero casarme contigo ya, ¡mañana mismo! —insistió Andrea.

—La última vez que nos apresuramos fue un desastre —le recordó Zack.

—Entonces no vamos a apresurarnos... cásate conmigo en una semana.

Andrea soltó las esposas y Zack tomó su rostro entre las manos. Cada caricia, cada beso era una frase sin palabras llena de promesas inquebrantables.

Sus miradas se encontraron y Zack la abrazó con fuerza, extasiado por la sensación de su piel desnuda junto a él. Sus cuerpos estaban bañados de sudor, impregnados de una sensualidad primordial que los hacía temblar de emoción.

—Esto debería pedírtelo yo a ti, pero no importa —susurró—. Una semana, Pastelito. En una semana vas a ser oficialmente mi esposa, y esta vez para siempre.

Ninguno de los dos durmió en lo que restaba de esa noche, y al otro día la familia amaneció revolucionada porque aquellos dos locos se casaban. ¡Se casaban de verdad! ¡En una semana!

Por supuesto que toda la familia ayudó con los preparativos: invitaciones, decoración, música y catering. Las gemelas eran las más entusiastas, sin parar de comprar y organizar. Estuvieron a punto de alistar el avión y llevar a Andrea a Zúrich para comprar el vestido perfecto para su ocasión especial, pero ella se negó rotundamente y al final se dirigieron a una pequeña tienda cerca de casa, donde conocían al dueño desde hacía mucho tiempo.

Andrea eligió un vaporoso vestido blanco con detalles plateados, sencillo y hermoso al mismo tiempo.

—¡Yoooooo me quiero casar también! —Noémi hizo un puchero al ver lo hermosa que se veía Andrea.