UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 175

Por fin había llegado el día. Zack daba vueltas por la habitación como si aquel traje lo estuviera asfixiando.

—¡La culpa es tuya! —se burló Milo—. Si me hubieras dejado hacerte despedida de soltero ahora estarías completamente relajado.

—¿¡Estás loco!? ¿Despedida de soltero? ¿Querías que mi tóxica me castrara antes de casarme? ¡Si por besar a Gisell casi me lava la boca con lejía, por ver strippers te aseguro que me sacaba los ojos! —exclamó Zack—. ¿¡Y dónde está Loan que no llega!?

Que estaba al borde del colapso eso era evidente, pero cinco minutos después Loan apareció por la puerta y lo mandó a sentarse.

—Todo está bien, no ha escapado, ya se subió al auto y la están trayendo —le aseguró y Zack sonrió con alivio.

Pocos minutos después estaba al final de aquel pasillo en la pequeña iglesia y su corazón se aceleraba al ver a Andrea entrar del brazo de su padre. Estaba guapísima con su vestido blanco, el cabello recogido en un moño, un maquillaje perfecto y la cara radiante de alegría. Era preciosa, para él era la mujer más linda del mundo.

Pero él no se quedaba atrás. Andrea dejó de respirar por un instante cuando lo vio tan elegante, con su esmoquin y una sonrisa enamorada mientras la miraba.

Él la recibió en el altar, radiantes de alegría y expectación, rodeados de una pequeña multitud de familiares y amigos que esperaban ansiosos el momento de intercambiar sus votos matrimoniales.

Chiara era la dama de honor, y Loan el padrino. Los dos estaban a su lado, vestidos de etiqueta, radiantes de orgullo y emoción. Todos sus planes y preparativos por fin habían dado fruto.

El ministro se acercó al micrófono y dio la bienvenida a todos a la ceremonia, hablando del amor que Zack y Andrea compartían y del brillante futuro que les aguardaba. Entonces llegó el momento de los votos.

Zack se adelantó primero, mirando profundamente a los ojos de Andrea, y empezó a hablar:

—Andrea, hoy te entrego mi corazón y mi amor. Prometo quererte el resto de mis días y estar siempre a tu lado, en los buenos y en los malos momentos. Me esforzaré siempre por hacerte feliz, y si tengo que correr, siempre será llevándote de la mano. Prometo ser fiel a ti y a nuestro matrimonio, sin importar los obstáculos que la vida nos ponga en el camino —dijo mientras sus ojos se cristalizaban y besaba la mano de Andrea.

Chiara y Loan se adelantaron y entregaron los anillos a Zack y Andrea, que los intercambiaron con una sonrisa.

—Bien, ya que han llegado al acuerdo oficial sobre los hijos... por el poder que me confiere la santa madre iglesia, yo los declaro ¡marido y mujer! ¡Puede besar a la novia!

La multitud prorrumpió en aplausos cuando Zack la inclinó para darle un beso en los labios y algunos incluso se secaron las lágrimas de alegría. Ambos compartieron un apasionado beso para sellar su amor y compromiso.

Luego Zack literalmente dejó plantada a Andrea en el altar y corrió a la primera banca, a levantar en brazos a Adriana para llevarla con ellos y fuera la primera en salir en las fotos de la boda. Un beso enorme en cada mejilla y la sonrisa infantil más luminosa del mundo, esa fue la fotografía que adornó la sala de la familia por mucho tiempo, hasta que comenzó a crecer lo suficiente como para agrandar el marco. Pero esa historia todavía no llega, sigamos en la boda.

El público estalló en vítores y aplausos, y Zack y Andrea se abrazaron y estrecharon a su hija, sabiendo que a partir de ese día estarían juntos para siempre.

Cuando llegó el banquete el aire estaba cargado de expectación y la sala se llenó de conversaciones y del tintineo de las copas de champán. Las luces bajaron y la música comenzó a sonar con un tema de bailes de salón. Zack tomó a Andrea de la mano, mostrando su sonrisa más encantadora.