UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 176

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—¡Vamos, mi amor! —dijo él mientras la guiaba hacia el centro del salón, para que pudieran tener su primer baile juntos como marido y mujer—. ¡Dios, qué nervios! ¡Espero estar a la altura!

Los invitados los miraban emocionados, algunos estaban divertidos, otros eran algo escépticos ya que no sabían si él era bueno bailando. Los novios caminaron hacia el centro de la pista de baile, cuando Zack se detuvo, rodeó suavemente a Andrea con sus brazos y dijo:

—¿Estás lista para esto?

Ella asintió con una sonrisa tímida, regalándose un beso antes de comenzar a bailar al son de la música. Andrea suspiró con felicidad mientras se mezclaba con Zack en un abrazo romántico. Giraron lentamente por el salón durante varios minutos, inmersos en su propio mundo, hasta que Zack le dijo al oído:

—Me haces muy feliz.

Andrea le contestó con voz entrecortada:

—Y tú a mí...

El tono de su voz fue lo suficientemente extraño como para que él se detuviera y la mirara a los ojos.

—Pastelito ¿qué pasa? —preguntó y ella negó.

—Nada, amor, tantas vueltas me marearon un poco, solo eso —aseguró Andrea—. Y probablemente el champán también ayudó.

Zack sonrió mientras la abrazaba, esta vez con más fuerza.

—¡Tenemos que sacarte de la pista de baile antes de que te caigas, borrachita! —dijo riendo suavemente.

La levantó en brazos ante los aplausos de los invitados y salió de la pista de baile para que descansara un poco y se recuperara.

—¿Quieres salir de aquí un momento? —le preguntó señalando al enorme jardín trasero, lleno de setos bajo la luz de la luna y Andrea asintió.

Al salir del salón ella lo miró a los ojos.

—De verdad no sé qué haría sin ti...

Zack le sonrió y la besó en los labios antes de guiarla hacia el jardín donde un camino con velas blancas conducía hasta un hermoso cenador con champaña, música y una bella jardinera de rosas... que Andrea bautizó con todo el contenido de su estómago.

—¡Por dios! ¿Qué me está pasando? —murmuró asustada porque tampoco había bebido tanta champaña.

Zack la sostuvo hasta que se sintió mejor y sacó hielo de la cubitera de champaña para ponérselo en la nuca.

—¡Te juro que no estoy borracha, Thorcito! ¡Te lo juro!

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