UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 177

—¿Miras tú o miro yo?

Parecía simple pero no lo era. Aquellas cinco pruebas de embarazo eran como dragones de siete cabezas.

—¿Miramos los dos? —murmuró ella y Zack tomó su mano en la suya con un gesto reconfortante.

—Pastelito, sin importar lo que pase con estas pruebas —dijo él con una voz cálida y profunda—, siempre seré feliz contigo. Te amo.

Él podía sentir la incertidumbre en sus ojos mientras miraba las pruebas de embarazo. Sabía que no habían planeado tener otro bebé tan pronto, pero cualquiera que fuera el resultado lo enfrentarían juntos.

—Vamos a mirar los dos —le dijo ella, con los ojos brillándole de la ansiedad.

Sabía que algo importante estaba sucediendo y fuera lo que fuera solo quería compartirlo con él. El silencio era tan intenso que sentían los latidos de sus corazones unidos como si fueran un solo corazón.

Tomaron los pequeños bastones en forma de lápices y Zack levantó el primero.

—Dos rayitas —murmuró.

Andrea contuvo el aliento y miró otro.

—Dos rayitas...

El tercero y el cuarto decían "Positivo" y el quinto decía: "3 - 4 semanas"

—Estoy... estoy... embaaaaaa...

Zack se apresuró a alcanzarla mientras Andrea caía en sus brazos envuelta en el encaje del vestido.

—Eso mi amor, tranquila, tú desmáyate que yo espero mi turno —susurró Zack en su oído mientras su corazón se aceleraba.

¡Estaba embarazada! ¡Andrea estaba embarazada y esta vez nada ni nadie iba a detener esa pequeña vida que habían hecho juntos!

De repente, Zack se dio cuenta de lo mucho que significaba aquel momento para ambos. Se dio cuenta de lo mucho que amaba a Andrea y no importaba qué pasara, eso jamás cambiaría.

La sacó de allí y la llevó a una de las habitaciones que tenían para ellos, la acostó en el pequeño diván y esperó pacientemente a que reaccionara.

—Hola Pastelito —dijo alcanzándole un vaso de agua helada.

Cuando entraron al consultorio, el doctor los recibió con una gran sonrisa y le mandó a hacer análisis a Andrea.

Poco después se sentaba de nuevo frente a ellos y les sonreía.

—Felicidades mamá y papá. Sí están embarazados —les dijo—. La señora tiene pocas semanas así que tendremos mucho tiempo para monitorear ese embarazo.

Zack y Andrea intercambiaron miradas de complicidad y él le susurró al oído:

—¡Lo logramos, Pastelito, bebé en el horno!

Andrea no sabía ni qué decir, estaba entusiasmada, emocionada, asustada. Sin embargo aquella noticia solo admitía una reacción y era celebrarla.

Decidieron guardar el secreto por algunas semanas para disfrutarlo entre ellos dos antes de compartirlo con todos los demás, así que esa tarde tomaron el avión a su luna de miel y juntos le contaron a Adriana que tendría un hermanito. Y no importaba que aún no los entendiera, igual Zack quería que ella fuera la primera en enterarse, y sobre todo demostrarle que sin importar cuántos hermanitos tuviera, ella siempre sería su princesa favorita.

Aquella fue la luna de miel más espectacular de todas, porque un inicio de embarazo en una isla griega definitivamente era algo memorable.

Aquellos dos meses pasaron volando, dejando en ellos momentos inolvidables. Noches estrelladas cerca de la orilla del mar, desayunar bajo el sol con vista al horizonte, una fiesta en el jardín donde bailaron hasta que se apagaron las luces.