UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 178

Cada día era más hermoso que el anterior, pero finalmente la luna de miel terminó y decidieron regresar a casa. Ya era hora de compartir con todos la gran noticia, pero primero querían saber que todo seguía marchando bien.

—Deberíamos esperar al cumpleaños de Adriana que es en unos días —dijo Zack—. Así toda la familia estará reunida.

—Sí, podemos hacer eso, además quiero ir al doctor primero. Así de paso también les llevamos fotos de "la noticia" —rio Andrea.

Hicieron su cita con el médico y a la mañana siguiente de su regreso se presentaron en el consultorio.

El doctor los recibió con una gran sonrisa y le mandó a hacer a Andrea una ecografía. Unos minutos después Zack tomaba a Andrea de la mano mientras el médico le acercaba el transductor.

Cuando la pantalla se encendió, Zack y Andrea escucharon muchos golpes raros en la bocina del aparato y el doctor arrugó el ceño por encima de los espejuelos.

—¿Hay algo mal? ¿Pasa algo? —se asustó Zack.

—Sí, eso que están escuchando son latidos —respondió el médico.

—¿Latidos? ¿Pero está tocando una tumbadora o qué? —preguntó Andrea porque no recordaba que el corazoncito de Adriana hubiera latido así.

El doctor sonrió y confirmó:

—Bueno, quizás uno de los dos salga músico.

Zack y Andrea se miraron sorprendidos.

—¿Dos? ¿Quiere decir...? ¿Gemelos?

El médico asintió mientras les mostraba en la pantalla los dos cuerpecitos perfectamente distinguibles uno del otro.

—No están esperando un solo bebé, sino dos. Y por lo que veo están compartiendo la misma placenta así que... sí, es posible que sean idénticos.

Zack se quedó sin palabras pero Andrea fue testigo de la más grande sonrisa que había visto en su marido desde el día que se habían casado.

—¿Ya me puedo desmayar? ¡Es mi turno! —dijo Zack y Andrea solo tiró de su mano para besarlo.

La felicidad llenaba el ambiente, aquella era una maravillosa noticia, pero por desgracia no era la única noticia del día y no todas eran buenas. Esa noche, cuando un auto se estacionó para pasar por Chiara, Loan salió de la casa para hablar con Jhon.

—¿Es cierto? —preguntó viendo la expresión sombría en el rostro de su cuñado—. ¿Esa mujer no me mintió? ¿Es cierto?

Jhon le entregó un sobre y Loan sacó de él un documento. Le bastó un segundo para verlo y se dobló sobre sí mismo, como si no pudiera soportar el significado de aquella acta de defunción.

—Lo siento mucho —murmuró Jhon—. Todo parece indicar que sí, que tanto Danna como el bebé murieron... pero yo no estoy tan seguro.

Loan lo miró mientras las lágrimas corrían por su rostro.

—¿Qué quieres decir...? —murmuró.

—No lo sé, Loan, llámalo instinto, pero si estuviera en tu lugar, yo seguiría buscando.