UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 183

Resumo de Capítulo 0183: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo do capítulo Capítulo 0183 de UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Neste capítulo de destaque do romance Romántica UN BEBÉ PARA NAVIDAD, Day Torres apresenta novos desafios, emoções intensas e avanços na história que prendem o leitor do início ao fim.

Con semejante incentivo, Loan no dudaba de que el detective iba a poner todo de su parte para encontrarla, pero por desgracia no fue tan fácil. Seis semanas pasaron, seis terribles semanas antes de que hubiera alguna noticia.

Loan viajaba cada viernes a Escocia, pero parecía como si a aquella familia se la hubiera tragado la tierra.

Finalmente estaba un domingo en la tarde a punto de irse de regreso a Suiza cuando su teléfono comenzó a sonar.

—¿Diga? —preguntó viendo en la pantalla que se trataba del detective.

—¡Por favor dígame que todavía no se ha ido! —dijo el hombre.

—No, sigo aquí. ¿Por qué? —preguntó Loan con el corazón acelerado.

—¡Tengo una dirección!

En cuestión de minutos Loan manejaba su auto hacia la dirección que le había enviado el hombre. Se trataba de un pueblito perdido hacia el sur, entre Glasgow y Kilmarnok, y Loan llegó ya entrada la noche. Se aguantó la desesperación hasta el día siguiente y fue apurado a tocar a la puerta de aquella casa.

Era muy pequeña y se veía un poco desvencijada, como si nadie hiciera nada por repararla o mantenerla.

—¿Ailsa Frasier? —preguntó a la señora que le abrió.

Él y aquella mujer se quedaron mirándose durante un largo instante. Ella pasaba de sesenta años pero toda su expresión la hacía parecer mucho mayor, como si la amargura se hubiera apoderado de su rostro.

—¿Qué quiere? —gruñó con molestia.

—Estoy buscando a Danna... Es su hija, ¿verdad?

Aquellas palabras fueron como un golpe para ella. Su mirada parecía fulminarlo y Loan se quedó paralizado por unos segundos.

—¿Por qué te interesa mi hija? ¿Y quién eres?

—Me llamo Loan... Yo la conocí en los campeonatos de patinaje hace algunos años y vi que este año no se presentó. Quiero saber si está bien —dijo Loan con calma pero sin desviar su mirada.

Ailsa se quedó mirándolo durante mucho tiempo, como si fuera a arrancarle algo, y de despegar los labios llena de veneno.

—Danna está muerta.

Loan dio un paso atrás y negó con los dientes apretados mientras su corazón luchaba desesperadamente por negar aquello.

—No le creo —dijo con voz entrecortada—. No le creo nada...

Ailsa se encogió de hombros, como si hubiera esperado aquella reacción.

—El mocoso la tenía mareada todo el tiempo, hizo mal uno de los giros y tuvieron que llevársela al hospital —gruñó con impotencia—. Estuvo ahí algunos días pero finalmente perdió el embarazo y no... no sobrevivió a eso. Los médicos dijeron que su corazón no lo aguantó... pero yo sé la verdad —escupió con una mueca—: que ella era débil, mucho más débil de lo que yo misma creí.

Loan apretó los puños mientras sus ojos se humedecían y maldijo al cielo porque delante de él tenía una mujer, porque si hubiera sido un hombre le habría roto cada hueso solo por hablar así de ella.

Le dio la espalda y salió de allí. No quería creer en lo que decía Ailsa Frasier y se aseguró de interrogar a los vecinos, pero todos habían coincidido en que Ailsa se había mudado sola y jamás entraba ni salía nadie de aquella casa.

Loan se vio envuelto en una oleada de angustia y tristeza, se sentía desesperado por no saber qué había pasado con Danna y el bebé. A tal punto que decidió dejar la empresa en manos de un CEO especializado antes de que su distracción lo hiciera tomar malas decisiones.

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