UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 185

—Esto es lo que necesito, póngame atención.

Y como si la presencia imponente de Loan no bastara, su dinero también estaba de por medio así que Bryson Gray estaba enfocado completamente en él. Levantó su cuaderno de apuntes en señal de que lo estaba atendiendo y asintió.

Loan Keller tenía unos requerimientos muy raros, pero él solo estaba allí por su comisión. Sin embargo dos semanas después habían desandado medio país sin encontrar nada.

—Solo nos faltan los castillos mayores, los que aún pertenecen a la nobleza... pero a esos no es fácil entrar —aseguró Bryson una noche mientras se tomaban una copa en el bar del hotel.

—Pues tenemos que intentarlo, sea como sea.

El agente inmobiliario se quedó pensativo por un rato y luego suspiró.

—Hay una posibilidad, pero es hoooooooorrrrrible —le dijo—. Podríamos ir al Castillo de Brechin y engatusar a Olivia Winston.

Loan lo miró como si no supiera de lo que hablaba.

—Olivia Winston, treintona, solterona, y facilona... en fin, es un hígado difícil de digerir esa mujer pero tiene acceso a toda la alta sociedad escocesa. Su padre conserva el título de conde pero están arruinados. Si la convencemos de que le compraremos el Castillo de Brechin, nos dará acceso al resto de los nobles —le explicó Bryson.

—Y al castillo ese ¿por qué no hemos ido todavía? —preguntó Loan y Bryson estalló en carcajadas.

—Porque no hay ser humano más egoísta ni caprichoso que Olivia Winston. Dudo mucho que tenga la bondad para contratar a una mujer embarazada o con un bebé pequeño.

Loan suspiró con molestia. No era lo ideal pero estaba dispuesto a hacer cualquier sacrificio para encontrar a Danna.

—Arréglalo. Mañana salimos para allá.

—Sí... sí, disculpe. Es que vi al bebé y... bueno, hace mucho tiempo que estoy buscando al mío.

Se acercó al cochecito y se dio cuenta de que era un varoncito precioso de cinco o seis meses. Reía de carita al sol y en cuanto Loan entró en su campo de visión se puso a hacerle soniditos graciosos.

—Tienes un bebé muy lindo —murmuró—. Felicidades.

—¡Ah, no, no es mío! —dijo la chica—. Solo cuido a Mauro mientras su mamá trabaja porque bueno... en la cocina hay demasiado calor para un bebé.

Loan sonrió por un momento mientras alargaba su dedo y el niño lo apretaba entre sus deditos.

—Es gracioso... Mauro es mi segundo nombre, pero casi nadie lo sabe —susurró—. A mí no me gusta, pero a ti te queda genial, ¿verdad, príncipe?