UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 186

La chica sonrió al ver al bebé tan contento.

—Si quiere puede cargarlo, a él le gusta que lo tengan en brazos todo el tiempo, pero yo no puedo —dijo mostrando sus manos llenas de tierra.

—¿De verdad? —Loan no sabía si animarse o no, pero finalmente sacó al bebé del cochecito.

Un escalofrío recorrió la espalda de Loan al levantarlo en brazos, como si toda la ternura el mundo se hubiera acumulado en aquel cuerpecito pequeño.

Mientras lo cargaba el bebé abrió los ojos y lo miró con una expresión de curiosidad. Aquella fue la primera vez que Loan se sentía en paz desde que había comenzado aquella búsqueda, se sentía como si aquel pequeño le hubiera abierto los ojos a la magia de la vida.

—Dios mío... eres precioso —murmuró asombrado al notar que el bebé lo miraba con sus brillantes ojos color azul.

El bebé se acomodó en su hombro y de inmediato Loan sintió una enorme conexión.

La chica se quedó sin palabras al verlos juntos porque ambos se parecían mucho.

—Es increíble... —susurró quitándole el gorrito al bebé—. Se parece mucho a usted.

Durante un momento las palabras se le quedaron a Loan atrapadas en la garganta, pero luego se obligó a acostar de nuevo al bebé en su cochecito. Era un hermoso niño, pero no era el suyo, solo esperaba que su hijo con Danna hubiera podido llegar a aquella edad.

—Gracias por todo, será mejor que me vaya —dijo alejándose de allí de inmediato.

Quería terminar de convencer a Olivia Winston de que lo presentara con los dueños de esos castillos a los que no tenía acceso, pero en cuanto volvió adentro se vio empujado hacia el comedor para no sé qué aperitivos y "negociación amistosa" que quería la "señorita braga suelta".

—Solo vamos a tener un lindo almuerzo y se van a quedar.

—Oli, no hay necesidad de hablarle así a la servidumbre —le dijo su padre con suavidad.

—¿Y cómo quieres que le hable? ¡Se puede ser torpe pero esta tiene un afán por romper récords! —espetó Olivia—. ¡Vamos, lárgate de una vez!

Danna recogió todo del suelo y salió apresurada, con la cabeza baja y sin replicar, y Loan notó que su corazón latía con fuerza, como si otra vez hubiera vuelto a la vida.

—Nos quedamos —dijo girándose hacia Olivia—. Digo... estamos honrados de aceptar su amable invitación a quedarnos unos días en su casa, en lo que hacemos los documentos del traspaso de propiedad.

La mujer frente a él le regaló una sonrisa radiante, sin imaginar que si Loan Keller quería quedarse, no era precisamente por ella.