UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 191

Resumo de Capítulo 0191: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo de Capítulo 0191 – Uma virada em UN BEBÉ PARA NAVIDAD de Day Torres

Capítulo 0191 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de UN BEBÉ PARA NAVIDAD, escrito por Day Torres. Com traços marcantes da literatura Romántica, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.

Danna no era capaz de expresar lo que sentía, el alivio porque Loan los hubiera encontrado o la felicidad porque ni por un segundo hubiera dudado que el bebé fuera su hijo. Escucharlo decir que tenía suficiente como para pagar su deuda la había sorprendido. Sabía que no era precisamente pobre, pero no tenía idea de que fuera tan rico, y la palabra "millonario" ni siquiera pasaba por su mente todavía.

Faltaba una hora para que amaneciera cuando la costumbre la despertó y lo vio sentado, con la cabeza y los brazos apoyados en la cama del lado del bebé, en un cansado duermevela.

—Loan... —acarició su cabello despacio y lo vio despertar aturdido.

—¿Qué pasa? ¿Qué hora es? —preguntó él y Danna se sentó en la cama.

—Son las cinco. Tengo que irme a la cocina a trabajar.

—Pero... ¿Y el bebé? —preguntó Loan porque era de noche todavía y había mucho frío afuera.

—Lo dejaré con Lili —respondió ella.

Loan vio cómo Danna se tomaba unos minutos para amamantar al bebé y luego no le quedó más remedio que despedirse para que ella se lo llevara a la chica del jardín.

—Escucha, voy a buscar la forma de hacer esto sin levantar sospechas. Si Olivia Winston es tan peligrosa como dices, entonces es mejor hacer las cosas con inteligencia. ¿De acuerdo?

Danna asintió.

—Entonces... ¿qué quieres que haga?

—Nada. Solo sigue tu vida como si yo no estuviera aquí, con suerte en pocos días todo estará arreglado y serán los Winston los que se marcharán para siempre de este lugar —le aseguró Loan y ante la cara de incomprensión de Danna solo suspiró—. Confía en mí, por favor. Voy a hacer lo que tenga que hacer para sacarlos de aquí.

Danna se abrazó a su cuello y Loan sintió que podía perderse de nuevo en su boca. La necesitaba, la había extrañado mucho, todo su cuerpo la quería de vuelta, pero primero tenía que salvarla.

Le dio un beso cálido que muy pronto se hizo demandante, pero finalmente sacó fuerzas para salir por la ventana y escabullirse de nuevo dentro del castillo. Se dio una ducha de agua caliente para no parecer demasiado trasnochado, y no le sorprendió que en cuanto se sentó en la mesa del comedor su anfitriona le dirigió un coqueto reclamo.

—Loan, ¿dormiste bien anoche?

—Como un tronco, me tomé un par de pastillas para aliviar el dolor de cabeza y caí rendido —respondió él con suspicacia—. ¿Por qué?

—Quiero conservar a la servidumbre del castillo —declaró Loan encogiéndose de hombros—. Ya sé que ustedes se sienten cómodos con ellos, pero yo me sentiría más cómodo si conservo a todos los que ya conocen hasta los más oscuros rincones de este lugar, así que quiero quedarme hasta con el último empleado.

Al señor conde se le iluminaron los ojos porque para él era simple, pero el rostro de Olivia sufrió una pequeña transformación.

—Bueno... eso parece más un capricho que una condición...

—Llámelo como quiera —replicó Loan—, pero estoy dispuesto a pagar otro millón por mi capricho. Si les parece bien podemos iniciar los trámites, en un par de días yo tendré mi castillo y ustedes tendrán sus cinco millones. ¿Es un trato?

Se inclinó hacia adelante, extendiendo la mano hacia el señor conde y antes de que Olivia pudiera objetar algo los dos hombres ya estaban estrechando sus manos.

—Bryson, encárgate —sentenció Loan—. El trámite es para ya.

Loan pudo ver la incomodidad latente en el rostro de la mujer y se dio cuenta de hasta dónde llegaba cuando cinco minutos después Danna entró con algunas bandejas para el desayuno. Decir que Olivia Winston era una mujer odiosa era poco, y Loan tuvo que hacer acopio de entereza cuando la escuchó maltratarla, pero también vio que a pesar del regaño y las ofensas su chica sonreía por lo bajo, como si tuviera toda su confianza en el hecho de que él estaba allí.

Danna se retiró del comedor lo más rápido que pudo y regresó a la cocina, donde solía ayudar.

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