UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 196

—Eso es mentira —siseó Loan entrando y tomando su mano herida para quitarle la venda—. ¿Esa infeliz te hizo esto? ¡Dímelo!

Danna pasó saliva y asintió.

—Quería que fuera más torpe. Como no cumplí sus expectativas me pegó la mano a una olla hirviendo.

—¡Maldit@ bruja! —gruñó Loan mientras sentía cómo una ola de furia iba surgiendo dentro de él al ver su palma roja y ampollada—. ¡Es que la mato...!

—Loan... No podemos enfrentarla, no ahora —dijo ella con tristeza y resignación.

Loan la miró fijamente y sus dientes chocaron con furia. Quería protegerla, y si ella se había rendido, él estaba muy lejos de eso.

—Mañana a esta hora, te juro por nuestro hijo que todas nuestras deudas con Olivia Winston estarán saldadas —dijo Loan determinación—. ¿Puedes aguantar un día más?

La vio asentir con expresión seria y preocupada.

—Sí, si es por ti, sí puedo.

Loan la llevó al baño para lavar su mano y mientras la curaba sintió que la rabia le recorría todo el cuerpo. Él no podía soportar verla así, herida y llena de dolor, pero sabía que Danna tenía razón. Si él intentaba confrontar a Olivia, ella haría todo lo posible para vengarse antes de que pudieran impedirlo. En ese mismo instante tenía ganas de meter la cabeza de Olivia Winston en una guillotina, así que se consolaba pensando que cada vez faltaba menos para eso.

Loan suspiró y apretó los puños, tratando de mantener la calma. Se apresuró a terminar de curar la quemadura de Danna.

—Será mejor que no fuerces la mano por esta noche —le dijo mientras le ponía una venda limpia.

—Este infierno termina hoy, nena, confía en mí —le dijo antes de salir de nuevo por la ventana, sin percatarse de que había una persona muy cerca de ellos, oculta detrás de la línea de setos, que gruñó con impotencia cuando lo vio alejarse de la casita de empleados.

—¡Maldit@ zorra! ¡Qué bien me engañaste! —espetó Olivia con los dientes apretados—. No tenías que conocerlo, pero bien que te lo follas en las noches. Y al final no importa lo rico o lo noble que sea un hombre, todos caen delante de un coñ0 para follar.

Su padre era el vivo ejemplo, un conde casado con una miserable institutriz, y ahora tenía dos hermanas de baja ralea que le iban a quitar dos tercios de una herencia que debía haber sido toda para ella.

Miró por última vez hacia la casita y se dio la vuelta con una sonrisa malvada, porque si en algo ella era muy buena, era tomando venganza de la gente que odiaba, y lo mismo Loan Keller que la estafadora de Danna McKenzie ya habían caído en esa categoría para ella.