UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 200

—Sí, Lili, yo soy su padre. Yo voy a cuidarlo a partir de ahora —declaró antes de sacar una tarjeta con su nombre y su número—. Te agradezco por la ayuda que le has dado a Leda todo este tiempo. Si llegas a necesitar ayuda siempre puedes contactarnos.

Dejó que la chica se despidiera del bebé y salió de allí apresurado. Bryson la yo estaba esperando en el auto y nadie los detuvo a la salida de la propiedad.

—Me debes una comisión del seis por ciento sobre cinco millones de dólares —rezongó pero en el fondo estaba feliz de salir del castillo maldito de los Winston—. Me vas a quedar debiendo algo así como por el resto de tu vida.

Loan sonrió mientras besaba la cabecita de su bebé.

—No hay problema, tengo que vender mi departamento de soltero en Zúrich y comprar una casa como mi familia se merece, así que vas a llevarte mucha más comisión que la del castillo del terror —declaró.

—Bien, entonces en un mes me auto invitaré a tu casa —sonrió Bryson y aceleró en medio de la oscuridad, alejándose de Brechin rumbo al aeropuerto más cercano.

Mientras, el viaje en la patrulla fue un tormento para Danna. No quería llorar, pero era imposible no sentirse perdida. Sabía que su acusación era por la falsificación de su muerte, pero no terminaría ahí. Su conocimiento sobre el asesinato de la señora Myrna la torturaban sin piedad, pero estando bajo amenaza no había mucho que pudiera hacer.

Finalmente lograron llegar a la comisaria y allí escuchó de nuevo los gritos de Olivia mientras la sacaban de la patrulla y la metían a un cuarto de interrogatorios. Ella no se resistió cuando la hicieron salir, pero se dio cuenta de que tras ellos no venía nadie más. No había otros autos que no fueran de la policía y un agente desconocido se acercó a ella.

—¿Espera a alguien? —le preguntó.

—No... no, claro que no.

No era cierto, esperaba a Loan que le había dicho que jamás la abandonaría. Pero sabía que en ese momento Loan debía priorizar y para los dos lo primero era que pusiera a salvo a su hijo.

El oficial le indicó que lo siguiera y la llevó a una habitación de interrogatorios. El cuarto en sí era pequeño, tenía una mesa con dos sillas, al otro lado de la cual se sentaba él.

El oficial le entregó pluma y papel y se inclinó hacia ella.