UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 203

El avión aterrizó en Suiza y Loan y Danna salieron al aire fresco de la mañana. Ella llevaba acurrucado a su pequeño contra su pecho, que dormía tranquilamente. Loan posó suavemente una mano en su cadera y la guio hacia el auto que ya los estaba esperando.

—Ven, pelirroja, vámonos a casa —murmuró con cansancio.

A aquella hora la ciudad era un hervidero de autos, pero el chofer los llevó sin problemas entre el tráfico hasta un edificio en la lujosa zona del centro.

Llegaron a un imponente edificio de apartamentos y Loan la hizo subir en el ascensor hasta el ático, sacó una llave y abrió la puerta. Danna sintió que entraba en un mundo diferente. Mirara donde mirara, había costosas lámparas de araña, lujosas alfombras y mármol reluciente. Ella no había sido pobre, pero el salón de aquel departamento era literalmente del tamaño de toda la casa en la que había crecido.

—Bienvenida a nuestro hogar temporal —murmuró y Danna arrugó el ceño.

—¿Temporal?

—Sí, voy a venderlo porque ya no viviremos aquí —dijo él como si nada—. Prefiero que Mauro crezca lejos del centro, así que conseguiremos una casa hermosa con jardín y un perrito para que pueda jugar.

Danna miró a su alrededor y vio la riqueza y los lujos que la rodeaban. Todo aquello la sobrepasaba un poco, pero acababa de salir de la peor experiencia de su vida y no iba a ponerse a discutir con Loan por dónde vivir. De cualquier manera no era como que ella tuviera ni voz ni voto en ello.

—Ven —dijo Loan tomando su mano y llevándola hasta la habitación principal—. Si quieres, puedes ponerte cómoda mientras acuesto al bebé. Mañana saldremos a comprar todo lo que necesiten, pero al menos hoy yo necesito descansar y creo que tú también.

Danna asintió y sonrió entregándole el bebé a Loan, apenas entraron al dormitorio, Danna vio que una cuna blanca con dosel esperaba a su nene. No sabía cuándo Loan había tenido tiempo para mandar a instalar allí una cuna, pero se estaba acostumbrando a todas esas cosas raras que él podía hacer.

—¿Estás bien, nena? —preguntó Loan volviéndose hacia Danna, que se veía aturdida en el medio de la enorme habitación.

—Sí... Sí, solo quiero darme un baño caliente, eso es todo.

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