UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 204

"¡Maldición, aquí no hay de dónde agarrarse!", pensó Danna con desesperación mientras su cuerpo era atravesado por miles de pequeños latigazos de placer. Loan siguió besándola hasta llegar a su sexo y Danna gritó de placer cuando él comenzó a chuparla con suavidad, su lengua la estimulaba de manera exquisita mientras sus dedos presionaban en los lugares correctos.

Danna se estremeció y gimió con fuerza al sentir aquella invasión de sus dedos. Sintió que sus piernas temblaban mientras el placer iba creciendo cada vez más y sabía que no podría resistir mucho tiempo aquella intensidad. Finalmente las olas del clímax explotaron dentro de ella y solo fue consciente de que su espalda subía por la pared.

—¿Esto te está gustando, pelirroja? —lo escuchó gruñir en su oído solo un instante antes de sentir aquella enorme presión contra la extrada de su sexo.

Danna gimió mientras sentía como su cuerpo se apretaba contra ella y como una de sus manos le agarraba la nuca para tomar su boca. Lentamente, Loan entró en ella, casi con suavidad, mientras notaba cómo el calor que había dentro de Danna lo envolvía y lo apretaba hasta hacerlo enloquecer.

—¿Lista para esto, nena?

Sabía lo que venía. Siempre era igual y ella siempre respondía de la misma forma.

—Sí, quiero más...

—A la orden, señora.

Danna gritó de dolor cuando él se hundió por completo en su cuerpo, Loan la penetró con fuerza, pero pronto el dolor se transformó en un deseo intenso y ardiente.

Ella lo miró a los ojos y suplicó que no se detuviera, estaba de nuevo tan cerca del clímax que no podía guardarse su deseo al igual que él no podía contener el suyo. Se aferró a sus brazos mientras sentía la intensidad de sus embestidas, abriéndola, rompiéndola, empotrándola contra aquella pared mientras sus cuerpos se llenaban de sudor, agua y gemidos entrecortados.

En un segundo sus movimientos se hicieron intensos y rápidos. Los dos gritaban al unísono cada vez que él se enterraba hasta sentir su final y presionaba más allá.

El cuarto de baño hizo eco de una mezcla de suspiros, jadeos y gemidos. Estaban exhaustos y bañados en sudor, sus bocas abiertas intentando recuperar el aliento. Apenas podían hablar pero sabían que lo que habían compartido era único. Se quedaron así durante un tiempo infinito, pegados como si nada pudiera separarlos nunca más.

Cuando ambos volvieron a la realidad Loan salió de ella lentamente abrazándola por detrás mientras le murmura al oído palabras coquetas.

—Esto solo es el inicio... —le advirtió con una sonrisa—. Y es un inicio perfecto.

Y tenía razón, Loan estaba seguro de que aquel sería el principio de una vida maravillosa para los dos, una en la que tendría que cambiar completamente lo que había sido antes de ese día. El problema era... ¿de verdad estaba preparado para ese cambio?