UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 215

"Trabajar"

Aquella palabra hizo sonreír a Danna.

—Bueno... eso realmente me gustaría mucho... aunque fuera algo de medio tiempo... no sé... aunque fuera algo simple —aseguró mirando a Loan—. ¿De verdad te quedarías con Mauro?

Loan le devolvió la sonrisa.

—Por supuesto. Haría lo que fuera por verlo todos los días, así que si me lo das un ratito me lo quedaré —respondió él.

Cuando salieron de la oficina fueron a dar una vuelta por una plaza familiar. Mientras caminaban, hablaban de sus planes para el futuro. Danna estaba entusiasmada con eso de tener trabajo, y Loan con la posibilidad de que ella realmente fuera independiente.

—¿Y ya pensaste qué te gustaría hacer? —le preguntó él y ella hizo un puchero.

—La verdad... no lo sé. Pasé toda mi vida patinando, es lo que mejor sé hacer. En la universidad estudiaba para ser maestra, pero siempre supe que si llegaba a enseñar, solo enseñaría sobre patinaje —rio—. Ahora me doy cuenta de que fue un error quedarme solo con una opción, porque el patinaje eventualmente se iba a terminar ¿verdad?

Loan tomó su mano y la acarició con cariño.

—Me imagino que tampoco te dieron a elegir. Cuando conocí a tu madre me pareció alguien profundamente autoritaria —recordó—. Y sobre todo tenía cierta inclinación a que fueras rica y famosa.

Cuando miró a Danna ella lo estaba observando con los ojos muy abiertos y los labios temblorosos.

—¿Tú... conociste...? ¿Conociste a mi madre? —lo interrogó.

Loan se giró hacia ella con un suspiro.

—Pelirroja, no hubo piedra que yo no moviera hasta que te encontré, aun cuando todos me dijeron que estabas muerta —le aseguró y vio cómo ese pequeño labio temblaba y sus ojos se llenaban de lágrimas—. Ya, ya, no te pongas así. Lo importante es que todo salió bien, ¿no es cierto?

Ella sintió, pero tiró del abrigo de Loan y ocultó la cara en su pecho por un minuto mientras se recomponía.

—Gracias por encontrarme —susurró y él levantó su barbilla para darle un beso.

—Yo siempre te voy a encontrar, pelirroja —le aseguró—. Pero ahora vamos a celebrar.

—¿Adónde vamos? —preguntó ella cuando salieron al tráfico de la ciudad.

—Es una sorpresa —contestó Loan— Una que estoy seguro de que te va a gustar.

Cuando llegaron a su lugar de destino, Danna no tardó en reconocerlo y se le iluminaron los ojos de emoción.

—Loan, esto es...

—El rink deportivo más grande de Zúrich —confirmó él.

Pero lo más sorprendente era que estaba completamente vacío. Eso solo podía significar que Loan había pagado una cantidad exorbitante de dinero para que se lo dejaran solo para ellos esa noche.

Danna apretó su mano a medida que se acercaban a la pista de patinaje. El rink estaba rodeado de luces bajas y en una de las entradas al hielo Loan la hizo sentarse y se arrodilló frente a ella. Le sacó las botas altas con cuidado y le mostró un par de patines.

—Oye, pelirroja, no tienes autorización para llorar, ¿me oyes? —le dijo él mientras la ayudaba a ponérselos, pero eso era imposible, porque en cuanto Danna entró al hielo una explosión de sollozos salió de su pecho.