UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 217

Danna estaba nerviosa, le encantaba la idea de volver a patinar, perono era tan simple, porque para empezar necesitaba un buen entrenador y no todos estaban dispuestos a invertir tiempo en una deportista que había estado tanto tiempo fuera del ruedo.

—¿Lista para esto? —preguntó Loan dos días después mientras se sentaban en una de las salas de juntas de su oficina.

Zack, el hermano de Loan, y su cuñada Andrea, habían corrido la voz y habían logrado concertar citas serias con varios entrenadores, y ahora era el turno de ver si Danna congeniaba con alguno. Por desgracia proto descubrió que eso era más difícil de lo que imaginaba.

Durante las siguientes horas, Danna entrevistó a varios entrenadores, pero ninguno de ellos estaba dispuesto a arriesgarse con una deportista que llevaba tanto tiempo fuera del ruedo. Algunos eran honestos y les dijeron sus preocupaciones directamente, mientras que otros trataban de ser más sutiles a la hora de negarse.

Danna cada vez estaba más desalentada. Ninguno de ellos estaba interesado en aceptar el reto de entrenarla, costaba demasiado resucitar la vieja carrera de una patinadora semiretirada; no creían que ella tuviera la habilidad para llegar donde quería; alguno incluso señaló que era demasiado vieja para hacerlo.

—¿Disculpe? —siseó ella levantándose—. ¿Sabe qué? Déjeme acompañarlo fuera de la oficina.

Loan se quedó mudo al verla tan furiosa porque eso no era normal en ella. Pero realmente lo que Danna estaba era decepcionada, y con esa expresión se paró en la puerta con las manos en las caderas.

—Vamos a ver. Mi nombre es Danna McKenzie, dejé de patinar hace un año y medio y tuve un hijo. ¡Es obvio que no soy una chiquilla sin preocupaciones que les aguantará lo que sea, pero estoy dispuesta a ser mejor de lo que fui! ¿Llevará esfuerzo? Mucho. Así que los que no estén dispuestos a tomar el riesgo y a esforzarse conmigo, por favor les pido amablemente que se retiren y así no pierden su tiempo ni me hacen perder el mío.

Loan pasó saliva cuando los vio a todos levantarse. Estaba orgulloso de ella por defenderse, sobre todo porque ahora sabía qué era capaz de hacerla rugir, pero tampoco quería que la despreciaran solo porque ya no era la misma patinadora de hacía un año.

Los entrenadores que estaban esperando se dirigieron todos al ascensor, y de repente los ojos de Danna y Loan se fijaron en una figura que seguía sentada. Era un hombre mayor, de unos setenta años, pero todavía se veía vigoroso.