UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 227

Emil no era un hombre que se dejara intimidar fácilmente, pero al ver aquella actitud se estremeció.

—¿Quién eres? —preguntó con una voz cascada mientras retrocedía un paso inconscientemente.

—¿Quién te parece que soy? —respondió Loan con un tono amenazante—. ¿O es que hoy visitaste a más mujeres que yo no conozca?

Emil se quedó en silencio, sus ojos se agrandaron y su corazón se aceleró al darse cuenta de que quién era el hombre que tenía enfrente.

—Entonces fuiste tú... —ladró con desprecio—. El que embarazó a Danna y le arruinó su carrera.

—Y tú fuiste el que casi la mata a ella y a mi hijo, y no creas ni por un segundo que voy a olvidar eso —siseó Loan mientras se acercaba a él.

Le sacaba al menos quince centímetros y el doble de musculatura, y aun así lo sentía como un hombrecillo raquítico al que ni siquiera era honorable pegarle.

—¿Crees que arruiné su vida? —gruñó Loan mirándolo desde arriba—. Entonces no te sorprenderá el infierno en el que puedo convertir la tuya.

—¡Yo la estaba convirtiendo en una gran patinadora, yo pude haberla llevado a las olimpiadas, yo pude...!

Loan sintió el peso de sus palabras, y su mente comenzó a darle vueltas. ¿Estaba molesto por perder a una atleta o porque quería a Danna para él?

—¡Y en toda esa maldit@ sentencia solo una cosa se repite, "yo, yo yo" —le espetó Loan arrugando el ceño—. ¿De verdad te molestó que una de tus atletas saliera embarazada... o lo que te molestó fue que se estuviera acostando con alguien que no fuera tú?

Emil Landou hizo una mueca de impotencia, pero aunque trató de negarlo, Loan podía ver en su rostro que había dado justo en el clavo.

—¡Yo la hice lo que es.... y tú me la quitaste! —respondió con amargura.

Emil ni siquiera podía gritar mientras el aparato emitía una abrumadora descarga eléctrica y cuando finalmente terminó y Loan regresó la taser a su bolsillo, el hombre cayó de rodillas frente a él.

—¿Sabes lo que más me gusta de tu hotelucho de mala muerte? —murmuró mientras lo veía retorcerse en el suelo con los dedos engarrotados y espasmos en las piernas—. Que ni siquiera tienen para poner cámaras de seguridad en este estacionamiento. —Se inclinó sobre él y se colocó los lentes—. No eres nada, no eres nadie. Así que no te atrevas a volver por aquí, porque si te veo cerca de mi mujer y de mi hijo la siguiente descarga te la daré directamente en la lengua. ¿Me entendiste?

Después se dio la vuelta y se alejó tranquilamente.

Emil se quedó allí, sintiendo el dolor y los espasmos de aquella descarga eléctrica y el escozor terrible y punzante en sus testículos por donde la electricidad había entrado. Tenía el orgullo roto pero el odio lo tenía a tope, en especial porque aquel hombre no se había equivocado.

Danna le había gustado desde que era una niña. La había hecho la mejor atleta, y su mayor gusto era vigilar que no tuviera novio ni pareja, estrictamente les prohibía eso a sus atletas para no correr ese riesgo con ella. Había esperado que algún día fuera suya, ella tenía que reconocerlo, quizás cuando fuera una medallista olímpica gracias a él, ellos se retirarían juntos y famosos y podrían vivir su amor... Pero en lugar de eso aquel galancito de telenovela se la había estado follando sin que él supiera y había arruinado cualquier oportunidad con ella.

Bueno... eso había sido en el pasado, pero ahora era diferente. Ahora no la dejaría escapar con tanta facilidad. Se apoyó en un auto como mejor pudo y sacó su celular. Marcó un número que casi había olvidado y la voz de la amargura le respondió del otro lado.