UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 235

Danna levantó la cabeza cuando sintió los toques en la madera y cruzó la sala con paso decidido rumbo a la puerta principal. Sabía que era Loan quien estaba llamando porque nadie más llegaría a aquella hora.

Ella había estado tratando de evitarlo desde hacía días, porque su madre no dejaba de asistir al rink y cuando él llegaba ella solo revoloteaba a su alrededor como una mariposa feliz, sin que él hiciera nada por alejarla. Así que habían hablado escasamente desde entonces, porque ella se había mantenido firme en su decisión de no volver a confiar en Ailsa.

Danna respiró hondo antes de alcanzar la manija de la puerta y al abrir él estaba allí, de pie frente a ella con sus manos aún enfundadas en los bolsillos de su chaqueta.

—Hola —murmuró él al verla.

—Hola —respondió ella sin sonreír. Simplemente se echó a un lado para dejarlo entrar—. Mauro ya está dormidito, puedes subir a verlo.

Él asintió y subió las escaleras mientras Danna volvía al sofá y escuchaba todos aquellos mimos por el monitor de bebé. La realidad era que Loan era un padre excelente, pero ellos dos no acababan de entenderse y solo el bebé no alcanzaba para que las cosas funcionaran entre ellos, porque justo cuando ella empezaba a soltar su corazón, él hacía algo que la obligaba a pensarlo dos veces.

Quince minutos después de ver dormir a su hijo, Loan bajó de nuevo y se detuvo junto a ella.

—Danna, no vine solo para ver a Mauro, también quería verte... hablar contigo.

Danna se levantó y cruzó los brazos mientras asentía.

—Claro, dime. ¿De qué quieres hablar?

Loan respiró profundo mientras intentaba encontrar la forma de llegar a ella.

—Me gustaría hablar contigo sobre mi bautizo —dijo Loan—. Ya todo está organizado para el sábado y mi familia llegará mañana. Ya está la iglesia, el padre, la fiesta cuando termine. Sé que debimos hacer esto juntos pero ha sido difícil ponernos de acuerdo últimamente.

Danna se humedeció los labios.

—Sí, pero no te preocupes. Lo que sea que hayas planeado por mí está bien —declaró con acento cansado—. Mauro y yo estaremos allí, incluso puedes elegir tú los padrinos, no me importa.

Danna apretó los dientes mientras luchaba por controlar lo que pensaba, pero finalmente habló.

—Tú eres el que no entiende, Loan. No es algo en lo que puedas decidir, y no es algo a lo que puedas forzarme. No la quiero cerca y tampoco dejaré que te acerques a mí mientras sigas permitiendo que Ailsa revolotee a tu alrededor —dijo con voz firme—. No voy a darle una oportunidad porque no confío en ella, y si te soy honesta, estoy empezando a dejar de confiar en tu criterio también.

Loan se mordió el labio inferior lentamente al escuchar aquellas palabras.

—No estoy de acuerdo, Danna. No quiero que Mauro aprenda a ser un niño rencoroso que ni siquiera conozca a su abuela —replicó—. ¡Y no me gusta que seas así...!

—No tengo que gustarte —sentenció Danna abriendo la puerta con un gesto firme—. No todo el mundo tiene buen gusto. Y ahora que ya aclaramos lo del bautizo, nos vemos el sábado.

Loan salió negando con frustración, pero aquella era la mujer más terca de la tierra. Danna no dijo nada más. Solo le cerró la puerta en las narices sin desearle ni las buenas noches.