UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 236

Quería a Loan, pero no estaba dispuesta a ceder cuando se trataba de la seguridad de su hijo, y si a Loan era de los que ponía la otra mejilla, bueno... ella no lo era.

Los siguientes dos días, pasaron de prisa. Ella dejaba a Mauro con la niñera en la empresa de Loan y él pasaba casi todo el tiempo con el bebé hasta que Danna iba a buscarlo en la tarde. Si cruzaban dos palabras era solo para hablar de su hijo y Loan no podía negar que extrañaba demasiado estar allí con ellos, pero creía que debía hacer lo posible para que Danna entrara en razón.

Finalmente llegó el sábado y la familia se reunió en la iglesia para el bautizo de Mauro. Era un día soleado y alegre, ideal para una celebración como aquella. La pequeña iglesia estaba sin dudas llena de gente feliz, porque los Keller tenían muchísimos amigos y desde luego que habían invitado a todos.

Mauro fue bautizado solemnemente por el sacerdote de la parroquia, quien le impartió palabras de bendición antes de derramar en su cabecita el agua bendita.

Danna trataba de contener sus nervios. Por un momento, todos sus problemas se desvanecieron. Él era su pequeño milagro y no podía estar más orgullosa de su hijo. Jhon y Chiara fueron los padrinos y durante lo que duró la ceremonia todo el ambiente se cargó de paz y de amor. Pero cuando estaban a punto de salir hacia la fiesta, los ojos de Danna tropezaron con aquella figura al fondo de la iglesia. Danna no podía creer lo que estaba viendo mientras una ola de emociones invadía su cuerpo. ¿Qué hacía allí?

Inmediatamente se giró hacia Loan con la acusación retratada en el rostro.

—¡Por Dios, dime que no lo hiciste, Loan! ¡Dime que no te atreviste! —gruñó señalando a Ailsa.

—Danna, es tu madre... tiene derecho a estar en el bautizo de su nieto.

—¡No tiene derecho a nada! —gruñó ella entre dientes intentando mantener su indignación controlada porque aquello estaba lleno de gente—. ¡Y tú no tienes derecho a pasar por encima de mis decisiones! ¿Crees que me estás educando? ¿Que me estás arreglando? —siseó con decepción—. ¿Quieres saber lo que me enseñaste? ¡Lo único que hiciste con esto fue demostrar que mi opinión o mis sentimientos no te importan un carajo! ¡Porque ni siquiera en el maldit0 bautizo de mi hijo respetas lo que quiero!

Le puso al niño en los brazos y le dio la espalda para dirigirse hacia el fondo de la iglesia, donde había visto a su madre. La vio girar hacia una de las habitaciones privadas de la parroquia y trató de esquivar los saludos y las felicitaciones de la gente hasta que logró llegar ahí, pero apenas abrió la puerta de un tirón cuando la imagen la dejó muda.

Ailsa estaba en el suelo, inconsciente y había sangre saliendo de su cabeza.

—¿Mamá...?

Pero cuando quiso gritar se dio cuenta de que ya era demasiado tarde.

Loan balanceó a Mauro con nerviosismo. Esperaba escuchar los gritos de un momento a otro, pero el silencio en aquel lugar cuando comenzaron a salir los invitados era abrumador.

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