UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 239

Resumo de Capítulo 0239: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo do capítulo Capítulo 0239 do livro UN BEBÉ PARA NAVIDAD de Day Torres

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Aquella discusión subió de tono y de intensidad, hasta que no hubo otra opción para el resto de la familia más que meterse.

—¡Loan, por favor, escúchame! —se desesperó Jhon—. Estoy tratando de decirte que esta no es nuestra mejor oportunidad. Si entregamos el dinero, nunca recuperaremos a Danna...

—¡Y si no lo entregamos, tampoco! —replicó Loan—. ¡Ni siquiera está pidiendo mucho, Jhon, solo son cinco millones. ¡Quizás no es nuestra mejor oportunidad pero es una! Danna está en algún lugar allá afuera, sola y vulnerable, a merced de un psicópata y sin ninguna esperanza de ser rescatada. ¡No soporto pensar en el daño que puede hacerle! Y si tengo cualquier oportunidad de llegar a Emil Landou, la voy a tomar.

Jhon se apartó de Loan y respiró profundamente caminando hasta la otra habitación.

Mientras, Jhon revisaba la maleta y se acercaba a la señora Ailsa.

—Sé que esto es mucho pedir, pero necesito su ayuda —le dijo—. Emil solo quiere que usted le entregue el dinero... y eso significa que probablemente acabe en el fuego cruzado.

Ailsa negó con vehemencia.

—No me importa. Yo de verdad haría cualquier cosa por salvar a mi hija —aseguró—. Mientras ella esté bien todo lo demás no importa.

Loan arregló el auto que la llevaría y miró el reloj. Solo faltaban dos horas para las siete.

Luego trató de reunir entereza para ir hasta el salón donde Jhon hablaba con sus hombres.

—Sé que es un gran riesgo, lo sé, pero no veo ninguna otra opción —le dijo—. La que está allá afuera es mi mujer, la madre de mi hijo, y tú jamás podrás entender cómo me siento...

—¡Por eso mismo es que los casos de secuestro lo manejan profesionales, y no los familiares, porque precisamente porque te duele demasiado, tampoco piensas bien las cosas! —replicó Jhon—. ¿Y si nos engaña? ¿Y si lastima a la madre de Danna? ¿Si se roba el dinero y no nos devuelve a Danna?

—¿Y si desaparece y se la lleva y no tenemos forma de rastrearlo? —lo interrogó Loan—. Al menos está aquí ahora, al menos está detrás del dinero ahora, pero si no lo estuviera y decidiera desaparecer... ¿cómo lo encontraríamos?

Jhon se quedó en silencio por un momento, considerando sus palabras, pero finalmente, asintió con la cabeza, porque entendió que nada ni nadie haría cambiar de parecer a Loan.

—Está bien —accedió—. Igual vas a hacer lo que te dé la gana y yo no tengo jurisdicción para impedírtelo. Prepararé al comando y voy a tratar de ayudarte tanto como pueda aunque desde lo más profundo de mí esté seguro de que estás cometiendo un error.

—Gracias, arreglaré...

—No. Dije que voy a apoyarte en esto, pero no quiero que vayas —sentenció Jhon—. Mis hombres están preparados, se entienden unos a otros, no puedes estar ahí estorbando.

Loan cerró los ojos y asintió.

La gente salía del metro y otra entraba y se podían contar por miles las personas que chocaban unas con otras apuradas por pasar.

—Todo saldrá bien, todo saldrá bien —dijo Zack palmeando el hombro de su hermano para consolarlo mientras su esposa Andrea intentaba hacer lo mismo.

El destino tiene una forma rara de hacer las cosas, porque justo en aquel momento de tanta concentración sus ojos se posaron en aquel papel que había junto a una de las computadoras. Andrea había escuchado del rescate, pero no había leído la nota por sí misma.

—Loan, ¿esto qué es? —preguntó agarrando el papel y los que la oyeron la miraron raro.

—¿Cómo que qué es, Andrea? —murmuró Loan—. Es la nota de rescate que dejó Emil.

—No, no lo es —replicó Andrea y todos en aquella habitación se giraron hacia ella incluido Jhon.

—¿De qué hablas? —la increpó de inmediato.

—De que esta nota no la escribió Emil Landou —aseguró Andrea—. ¿Recuerdas que encontré la dirección de su hotel en una planilla de la entrevista? Pues la planilla estaba escrita a mano, y la letra era horrible, enseguida me llamó la atención porque era como de niño pequeño que apenas sabe hacer trazos —dijo extendiéndole la nota—. ¡Esto definitivamente no lo escribió ese hombre!

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