UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 249

Resumo de Capítulo 0249: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo do capítulo Capítulo 0249 do livro UN BEBÉ PARA NAVIDAD de Day Torres

Descubra os acontecimentos mais importantes de Capítulo 0249, um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance UN BEBÉ PARA NAVIDAD. Com a escrita envolvente de Day Torres, esta obra-prima do gênero Romántica continua a emocionar e surpreender a cada página.

Dos días antes.

Danna despertó a su nueva realidad. Una liga sobre su brazo apretaba demasiado mientras sentía los golpes en el interior del codo.

El aire cargado estaba lleno de una sensación de desesperación. Ella abrió los ojos y vio a Emil a su lado, comenzando a inyectarle aquel líquido viscoso en la vena. Era la tercera vez que él le inyectaba algo y Danna sentía que era demasiado.

—Por favor, no lo hagas —La voz de Danna brotó desde su garganta, al mismo tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero él la ignoró y continuó con su tarea.

—Tengo que hacerlo, si no te despiertas no podremos entrenar, linda —le sonrió como si una inyección de adrenalina para despertarla fuera lo más normal del mundo.

Danna sintió que su corazón comenzaba a latir con fuerza, acelerándose al punto de explotar. Emil había terminado de inyectarle el líquido y seguía mirándola mientras cada uno de sus músculos se tensaba.

Danna pudo ver aquel deseo enfermizo en el fondo de su mirada y supo lo que él estaba a punto de hacerle.

—Ahora vamos a entrenarte —dijo Emil mientras se acercaba a ella.

Danna intentó moverse, pero no podía. Los primeros minutos después de la inyección su cuerpo siempre se engarrotaba como si acabaran de pasarle una corriente eléctrica.

—No me toques, infeliz —tuvo fuerzas para gruñir todavía.

Con un movimiento rápido, Emil la agarró y la apretó contra su pecho. Ella ni siquiera trató de gritar. Era como si estuviera atrapada en una pesadilla que no podía controlar y sabía que nadie estaría escuchando.

Hizo fuerza para elevar a Danna un poco más y ella vio el suelo alejarse al menos unos veinte centímetros.

El miedo se apoderó de ella, pero su voluntad de resistirse solo creció. En aquel momento sabía que había perdido la batalla, sin embargo no podía solo esperar a que Emil acabara lo que había empezado.

Su cuerpo estaba rígido y tembloroso, y en ese instante entendió que esa inyección era su última esperanza. La adrenalina tendría que bastar mientras todavía hiciera efecto. Lo vio acercarse a ella con aquella mirada lasciva y logró hacer un solo movimiento, uno solo para envolver las piernas a su alrededor y pasar los dos brazos alrededor de su cuello, abrazándose a su espalda como una garrapata.

No tenía fuerzas, pero la adrenalina tenía sus músculos tan rígidos que no cederían. Danna sentía su manzana de Adán contra el interior de su codo y apretó su cuello con tanta fuerza que él comenzó a ahogarse. El corazón le latía a mil y ella sentía los dedos de Emil rascando sus brazos, tratando de soltarse; pero aquel arnés giraba sobre su eje... y el arnés giró.

Los pies del hombre perdieron su punto de apoyo en el suelo y cada vez que trataba de levantarse el arnés giraba hacia otro lado, haciéndolo patalear. Intentaba volverse, golpearla con sus codos, levantarse... pero el arnés solo giraba en esa dirección colgado del techo y Danna solo apretaba más, sin hacer ni un sonido, sin gritar, con los ojos cerrados y cada músculo a punto de estallar en pedazos.

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