UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 265

Resumo de Capítulo 0265: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo de Capítulo 0265 – Capítulo essencial de UN BEBÉ PARA NAVIDAD por Day Torres

O capítulo Capítulo 0265 é um dos momentos mais intensos da obra UN BEBÉ PARA NAVIDAD, escrita por Day Torres. Com elementos marcantes do gênero Romántica, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.

Tenía que ser una broma, una muy mala broma del destino, porque el hombre que estaba con Danna no tenía nada de feo. Más bien parecía salido de un catálogo de revista de esos de modelos super especiales. Era casi albino, de ojos grises y fortachón como el maldito dibujo animado de Hércules, y Loan lo odió en un solo segundo.

Observó a Danna con el rabillo del ojo durante todo el tiempo que su jefe estuvo entrenándola. Le molestaba que se inclinara hacia ella para hablarle, le molestaba que sostuviera su cintura cuando ella perdía el equilibrio, odiaba que rodara por la nieve junto a ella cuando los dos se caían.

Loan observaba cómo el sol iluminaba a Danna, su pelo, su sonrisa, amaba oírla reír pero odiaba que riera para él. Cada segundo, sentía que sus celos y su inseguridad crecían, y eso era algo que no podía permitir.

Durante los últimos días había temido que ocurriera lo inevitable: que Danna encontrara a otra persona. Alguien que era más interesante, más emocionante, alguien que no le recordara que la habían secuestrado por su falta de confianza en ella y su estupidez. Sabía que se merecía aquel castigo, pero pensar en ella con aquel tipo le revolvía el estómago.

Loan sintió que todo su mundo se derrumbaba a su alrededor, sin embargo cuando la práctica terminó, menos de una hora después, se apostó estratégicamente detrás de un árbol cercano y la vio trabajar por el resto de la mañana.

No estaban juntos, o sea en la práctica de esquí sí, pero luego ella parecía pasar casi todo el tiempo en la parte delantera de la tienda, atendiendo a los clientes, mientras su jefe se quedaba detrás en el área de almacén.

Loan quería ir y sacarla de allí, pero sabía que sólo empeoraría la situación. Los observó desde la distancia, incapaz de apartar la mirada.

Finalmente la mañana terminó y Danna se despidió con un gesto gentil. Loan esperó a que ella se hubiera marchado antes de acercarse a la tienda.

—Hola, ¿tiene un momento? —preguntó haciendo acopio de educación.

—Buenas tardes —saludó Levi—. ¿Algo le llamó la atención?

—Básicamente nada excepto su cercanía con mi mujer —replicó Loan extendiendo una mano que Levi estrechó—. Loan Keller.

Levi frunció el ceño, un poco con incredulidad y otro poco con preocupación.

—¿Keller? ¿De los Keller de Lucerna?

—Esos mismos —confirmó Loan—. La cuestión es que mi mujer y madre de mi hijo está trabajando en esta tienda, y me está preocupando un poco su interacción contigo... y la cantidad excesiva de toqueteo porque siempre está de bruces en la nieve la condenada.

—No me acordaba de eso —replicó—. Entonces me imagino que no querrás perder tu trabajo.

—Por supuesto que no, soy viudo y tengo un bebé de dos meses, no puedo darme el lujo de perder este trabajo. ¿Por qué, harías que me despidieran?

Loan hizo un mohín de frustración.

—¡Pues no, así tampoco! —gruñó—. ¿Por qué mejor no me dices con lo que sí te puedo amenazar y me ahorras tiempo?

El hombre frente a él respiró profundo y sonrió.

—Escucha, te voy a decir dos cosas para que te vayas tranquilo —le dijo tomando señalando la gama de abrigos de invierno que tenía en venta—. Primero: con la cantidad de ropa que hay que usar aquí arriba para no morir de frío, todavía en diez años de entrenar personas no ha habido la primera mujer a la que le pueda manosear los pechos por mucho que las ayude a levantarse —sentenció—. Y segundo, se me hace que te viene bien tener competencia, así que mejor no me amenaces y cuando salgas por esa puesta recuerda que tu mujer trabaja para un hombre sexy que te la podría quitar, y que por eso te tienes que esforzar más. Creo que eso te mantendrá con el enfoque correcto ¿de acuerdo? —alargó la mano como si fuera un trato y Loan la estrechó un poco aturdido.

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