UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 266

—De acuerdo.

—Bien, en ese caso, Danna está a salvo aquí, y tú ponte pilas para que ella no mire a nadie más —concluyó Levi.

—Anotado.

Loan salió de allí con una sonrisa satisfecha hasta que después de diez pasos se dio cuenta de que el tipo se había deshecho de él sin aceptarle ni una advertencia.

—¡Maldición! De verdad que tengo corazón de pollo —rumió con frustración y se dirigió a la base de la montaña.

Una hora después estaba sentado en el despacho del gobernador, firmando los papeles correspondientes a la parcela que acababa de comprar, y contactaba con una de las constructoras más famosas de Francia por sus proyectos especiales.

—Oficina de la señora Craven, ¿en qué puedo servirle? —preguntó una amble recepcionista.

—Buenas tardes, mi nombre es Loan Keller. Ya he estado en contacto con la señora Sabrina Craven por correo electrónico, necesito hacerle saber que el proyecto va a concretarse y que necesito una fecha y una cotización.

—Por supuesto, señor Keller, deme solo un segundo y lo transfiero, la señora Craven ha estado esperando su llamada.

Un momento después Sabrina lo saludaba amablemente y ultimaban los detalles.

—¿Estás segura de que podrán hacerla tan pronto? —preguntó él.

—Por supuesto. Hemos trabajado antes con estos materiales, de hecho tenemos un arquitecto increíble que ya ha trabajado este concepto antes, Carlo Santambrogio, tiene una colección muy especial llamada Simplicity, te va a encantar. Enseguida te mando las fotografías y si alguna te gusta en una semana la tendrás montada donde me lo pidas —le aseguró la mujer con una sonrisa.

Poco después, en efecto, Loan estaba mirando aquel pequeño catálogo y se enamoraba de cada una de aquellas piezas. Eligió la más grande, por supuesto, porque finalmente sería el lugar más especial de sus vidas, y esa misma noche un avión de carga llegó desde Francia con trabajadores, materiales, y los mismos arquitectos.

Poco después Danna acostó a Mauro que ya estaba dormidito y se fue a su habitación. Estaba durmiendo mejor últimamente, pero aun así no lograba descansar. Pensó si todavía le pediría ayuda a Loan para cuidar de Mauro, pero la verdad era que no solo era eso, lo extrañaba mucho, tenía muchas ganas de verlo, y aunque las cosas no hubieran salido bien entre ellos, y aunque todavía no se sintiera bien, sabía que prefería tenerlo cerca.

Se durmió pensando en él, quizás por eso una hora más tarde esa fue la primera palabra que salió de su boca mientras caminaba. Loan hasta se tropezó con una raíz de la impresión, pero cuando corrió hacia ella se dio cuenta de que estaba totalmente dormida.

—Loan... Loan ¿dónde estás...? —murmuraba.

Se le hizo un nudo en la garganta y las lágrimas le subieron a los ojos, y honestamente no sabía si era bueno o no que Danna lo buscara dormida, pero la tomó de la mano con suavidad y caminó junto a ella.

—Estoy aquí —susurró en su oído—. Estoy aquí.

Echó una manta sobre sus hombros y siguieron andando hasta ese sitio que a ella le gustaba. Loan se quedó viendo el cielo, y ella se acurrucó contra él sin saber nada. Había frío, pero él era caliente. Había frío, pero no era lo único que había, y en algún momento una gota de lluvia cayó sobre su nariz… despertándola.