UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 268

Él se sentó a su lado frente al fuego, envuelto en su propia manta.

—No lo sé. Mamá me llamó asustada hace algunos días porque no te encontraba y cuando llegué te encontré afuera, pero creo que has estado saliendo desde antes —respondió él.

—¿Y hace cuánto que no duermes persiguiéndome? —preguntó ella mirándolo a los ojos y Loan negó como si no tuviera importancia.

—Desde el día que me mandaste el mensaje, me emocioné tanto que para cuando me fijé que habías escrito "fin de semana", ya estaba aquí.

Danna rio por lo bajo y asintió.

—Imagino que extrañabas mucho a Mauro.

—Y a ti —respondió él y Danna se mordió el labio inferior con nerviosismo.

Danna se quedó pensando un momento.

—¿Cómo es eso posible? Ni siquiera me he dado cuenta de que estaba saliendo. Bueno... la verdad es que sí me vi los pies sucios una vez, pero solo una vez —reflexionó ella.

—Eso es porque el resto del tiempo yo te los limpiaba antes de meterte a la cama —le dijo Loan y la vio abrazarse el cuerpo—. Oye... no pasa nada, sabes que no me molesta cuidarte. Además me ha dado la oportunidad de abrazarte un par de veces y ya me conoces, digamos que me aproveché descaradamente de eso.

Danna le torció los ojos pero cuando se dio cuenta de que era verdad solo se echó a reír.

—Aprovechado.

—Gracias, gracias.

Danna asintió y miró hacia el cielo por la pequeña ventana del cobertizo. La lluvia caía con fuerza, pero adentro el fuego crepitaba con suavidad.

—Lo siento. No debí golpearte en el hospital —murmuró y Loan sintió un nudo en el estómago—. Eso no estuvo bien.

—Eso estuvo perfecto —gruñó él—. Estuvo perfecto porque me lo merecía. Debí haber confiado en ti. Debí aceptar tus sentimientos en vez de intentar cambiarlos... ¡Por mi culpa pasó todo lo que pasó...!

—Tu lado oscuro también es mío —sentenció tomando su barbilla para hacer que lo mirara—. Lamento con todo mi corazón no haberme dado cuenta antes, pelirroja. —Los ojos de Danna se llenaron de lágrimas y Loan sintió que se moría—. Lo peor de ti también es mío y también lo amor, y mi mayor arrepentimiento en la vida es no haberlo amado antes. Pero tienes que decirme lo que sientes porque yo también siento cosas que no son buenas y no me las puedo guardar.

Danna pasó saliva, sintiendo la calidez de sus dedos sobre la piel y el suave cosquilleo que producía en ella.

—Lamento que haya sido tan rápido —murmuró mientras las lágrimas caían por su rostro—. Sé que está mal decirlo, pero lamento que Emil se haya muerto tan rápido... quería que sufriera más, que sufriera muchísimo más... pero no tenía fuerzas para eso.

Loan cerró los ojos y asintió mientras se pasaba los dedos por el cabello y buscaba la forma de decir lo que quería decir sin lastimar demasiado.

—Yo siempre creí que no era un hombre rencoroso, pero no era cierto —murmuró sin mirarla—. Me senté delante de tu madre mientras moría. No me moví en tres horas... no hice nada por salvarla... solo quería que se arrepintiera de lastimarte... pero ella no lo hizo.

Danna se quedó muda por un instante al escuchar aquellas palabras y las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas sin que pudiera evitarlo.

—Tengo frío, Loan —sollozó—. Tengo demasiado frío.