UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 270

Ni siquiera podía decirlo pero a respuesta de Loan fue empujar su mejilla con la nariz como si fuera un cachorro para que ella lo mirara.

—No estás embarazada, y si lo estás, es mío.

—Loan...

—No te lo estoy diciendo solo por tranquilizarte, pero sé que ese hombre no te hizo nada —le dijo y la sintió estremecerse—. Estoy completamente seguro.

Danna lo miró intensamente y pudo ver aquella certeza en su expresión, como si nada pudiera hacerlo dudar.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —preguntó y solo lo vio sonreír.

—Porque ya habrías salido corriendo de aquí —murmuró Loan besándola de nuevo—. Ni siquiera te has dado cuenta de cómo estamos, solo lo estás disfrutando.

Le dirigió una mirada pícara a su cuerpo y movió el pulgar sobre uno de sus pequeños pezones, haciéndola ahogar un jadeo de necesidad.

—¿Ves? Eso se pareció mucho a que quieres que te siga besando —murmuró Loan sobre su piel. ¿No quieres que te siga besando?

Danna solo asintió y se levantó contra su pecho para cruzar las manos detrás de su cuello y abrazarlo fuerte. El calor que sentían el uno al otro era casi insoportable, pero a ninguno de los dos les importaba. Era como si por fin estuvieran encontrando su camino de regreso uno al otro.

—¿Quieres asegurarte? —preguntó él y mordió su labio inferior—. Yo iría contigo hasta el fin del mundo, pero ¿quieres asegurarte de hasta dónde eres capaz de llegar conmigo?

Danna pasó saliva, en lo más hondo de su corazón estaba aterrada, pero también quería deshacerse de aquel miedo.

La manta cayó sobre sus caderas y las manos de Loan la recorrieron despacio. La respiración de Danna se disparó cuando su boca se desprendió de sus labios y recorrió la curva entre su cuello y su hombro.

Sus dedos se deslizaron por su cuerpo, acariciando sus senos con los pulgares hasta que se tensaron como cuerdas de guitarra. La sensación era tan placentera Danna ni se dio cuenta de que tenía los ojos cerrados y se apretaba contra él.

Él aumentó la presión de sus dedos dentro de ella, haciéndola suspirar y apretar los puños alrededor de su cabello, tirando de él para encontrarse con su bica. Sus labios jugaron por un momento con los de Danna y luego se deslizaban hacia abajo para besar cada centímetro del interior de sus muslos.

—Dime si te gusta —demandó sintiendo cómo su pequeño cuerpo se arqueaba.

Su lengua bailó una danza violenta contra su sexo, llevándola al borde del clímax, y Danna se agarró con fuerza a los hombros de Loan mientras él la masturbaba con fuerza.

—Mírame —le ordenó gateando sobre su cuerpo y entre sus piernas—. Quiero escucharte, pelirroja. Sé que no me dirás que me detenga, pero todo lo que pase a partir de aquí... todo eso me lo tienes que pedir. ¡Mírame!

Danna gimió en respuesta y Loan aprovechó para besarla profundamente. La mordió y la vio abrir los ojos buscando los suyos mientras su boca se convertía en una pequeña O.

—Quiero que me veas cuando te corras —susurró y Danna sintió aquella monstruosa erección contra su pelvis—. ¡Y quiero que te corras ya!