UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 272

Resumo de Capítulo 0272: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo de Capítulo 0272 – UN BEBÉ PARA NAVIDAD por Day Torres

Em Capítulo 0272, um capítulo marcante do aclamado romance de Romántica UN BEBÉ PARA NAVIDAD, escrito por Day Torres, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de UN BEBÉ PARA NAVIDAD.

Le gustaba verlo a su lado al despertar... hasta que se reloj digital detrás de él le mostró la hora y Danna se escapó de la cama apurada. Se duchó a velocidad crucero y así mismo pasó a despedirse de su hijo.

—¿No vas a desayunar? —le preguntó Luana con una sonrisa.

—¡No me da tiempo! ¡Voy tarde! ¡Me quedé rendida! —exclamó Danna corriendo hacia la puerta.

—Sí, me lo imagino —respondió su suegra con una sonrisa y Danna se detuvo en seco antes de llegar a la puerta.

Se giró despacio y le sonrió a Luana.

—¿Es tan evidente? —preguntó.

—Te estás riendo como si te hubieran dado un premio —sentenció su suegra.

—Dile que tuve que ir a trabajar —murmuró la muchacha—, pero que no tiene permitido escaparse. Nos vemos en la tarde.

—Nos vemos, hija —se despidió Luana y luego fue a ver a su marido para darle la buena noticia de que por fin las cosas entre Loan y Danna se estaban arreglando.

Él despertó un par de horas después, y se levantó sobresaltado al no encontrar a la muchacha junto a él en la cama. Bajó de prisa y antes de que pudiera ponerse a gritar su madre le hizo un gesto para que se acercara a la cocina.

—Fue a trabajar, pero dice que no te escapes —le advirtió y Loan sintió que podía respirar de nuevo.

Se ocupó de Mauro esa mañana y muy pronto lo estaba paseando en su cangurera por toda la ciudad. Apenas dieron las doce y el bebé comenzó su siesta, Loan aprovechó para ir a la parcela que había comprado en un pequeño claro en la falda de la montaña, unos cien metros por encima de la casa de sus padres.

Había una pequeña carretera por donde se llegaba en auto, y muy pronto Loan se asombró de todo lo que habían hecho ya.

—La tormenta nos retrasó —se disculpó el arquitecto—. Pero la verdad es que el terreno es excelente y las piezas ya están listas. Lo único que tenemos que hacer es ensamblar.

—Perfecto —sonrió Loan con satisfacción—. La señora Craven me dijo que en una semana estaría lista. ¿Se mantiene esa fecha?

—Quizás antes —respondió el arquitecto—. Si el clima sigue bueno en tres días le haremos la entrega.

Danna negó y solo le hizo un gesto para que empezaran a caminar. Llegaron a una de las salidas de la ciudad y siguieron andando hasta llegar a uno de los viejos y solitarios puentes sobre el río.

Loan levantó a Danna por la cintura y la sentó en el ancho barandal, impulsándose para subir a su lado y se dio vuelta para quedar con las piernas colgando sobre el agua.

—¿Me vas a pedir que me vaya? —fueron las primeras que salieron de su boca y Danna lo miró con un gesto comprensivo.

—¿Tú quieres irte?

Loan la miró a los ojos y puso una mano sobre la suya.

—Claro que no, Danna, sabes que no. ¡No quiero irme de aquí! ¡No quiero estar lejos de ti y de mi hijo! —sentenció y la vio asentir.

—Está bien —murmuró Danna—. Porque lo que voy a pedirte... Loan lo que voy a pedirte, creo que será muy difícil para ti.

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