UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 273

Danna estaba de pie en la parte trasera de la tienda, hipnotizada por sus pensamientos, cuando entró su jefe. Se detuvo frente a ella y la miró con ojos curiosos.

—¿Estás bien? —le preguntó, midiendo su expresión.

—Oh, sí —murmuró Danna, parpadeando para salir de su trance—. Sí, estoy bien. Es solo que anoche me mojé en la lluvia y ando un poco aturdida.

Levi asintió, pero el extraño brillo de sus ojos permaneció allí.

—¿Y fue solo la lluvia o influyó el tóxico que vino a buscarte ayer? —curioseó.

Danna levantó lentamente la cabeza, con la mirada fija en el rostro de su jefe, y se puso lívida en un solo segundo.

—¿De qué...? ¿Quién...? —se asustó tanto que Levi le dio la vuelta al mostrador y la hizo sentarse.

—¡Joder, Danna no me asustes! Vino un tipo llamado Loan Keller, te estaba buscando. ¿No es nada tuyo?

Los ojos de Danna se cerraron y sintió un suspiro de alivio.

—Gracias a dios. Sí... claro, Loan es el padre de mi hijo —le explicó Danna y luego se quedó pensativa—. ¿Y vino aquí ayer?

—Sí, a advertirme educadamente sobre los peligros del toqueteo cuando te enseñe a esquiar —explicó Levi y Danna rio, porque sí, eso le sonaba mucho a Loan.

—Para que conste, no es tóxico —respondió con suavidad—. Pero hemos pasado por mucho últimamente. Así que es normal que los dos estemos muy tensos y que él trae de cuidarme tanto como puede.

Levi asintió con un gesto de comprensión.

—Me lo imaginé —murmuró—. Se le nota que es un buen hombre, y que está preocupado por ti, así que no lo eches a perder ¿vale?

Danna puso cara de ofendida, pero en cuanto Levi volvió al almacén ella se quedó allí, mirando hacia abajo, contemplando la baldosa a sus pies. Sintió que su corazón se aceleraba, una extraña combinación de esperanza y miedo recorrió su cuerpo, pero sabía lo que debía hacer con eso.

La noche anterior había sido muy caótica, y ella y Loan necesitaban hablar las cosas con serenidad, quizás por eso cuando lo vio de pie en la estación del teleférico, esperándola, su corazón se disparó en su pecho.

Después de una pequeña caminata, llegaron a uno de los puentes alejados de la cuidad y allí estaban juntos, sentados, nerviosos.

—Loan lo que voy a pedirte, creo que será muy difícil para ti —murmuró ella y Loan apretó los labios.

—Pelirroja, ya te lo dije, lo único que me mataría sería estar lejos de ti —replicó él—. Sé que me lo merezco, sé que lo que te hice...

—Loan, no vine a hablar de eso.

—Pero tenemos que hacerlo. Tenemos que hacerlo porque quiero que sepas que lo entiendo. Lo que hice, entendí lo que hice Danna —murmuró Loan—. Jamás debí pedirte que perdonaras a alguien a quien no querías perdonar, jamás debí obligarte a tener cerca a alguien que tú no querías cerca de ti... y ese fue un gran error. Traté de cambiar tus sentimientos en lugar de aceptarlos y eso no estuvo bien. Y quiero que sepas que jamás me equivocaré así de nuevo, pelirroja. ¡Jamás!

—Danna...

Ella se llevó las manos a la cabeza de repente y negó con vehemencia.

—¡Perdón! Perdón, no tenía que habértelo dicho...

—¡Pero claro que me lo tenías que decir, Danna! —replicó él tomando sus manos mientras si corazón palpitaba con fuerza—. ¿De verdad quieres que me quede?

—S-ssí.

—¿Y cómo diablos piensas que eso es algo muy difícil para mí? ¿Estás loca? —casi se carcajeó Loan y ella lo golpeó en un hombro.

—¡Oye! ¿Te has visto la cara últimamente? ¡Apenas has dormido, posiblemente te pases las noches despierto y en el día vas a querer estar con Mauro! —Danna lo miró a los ojos y se le escapó una mueca graciosa—. Es que sí te ves muy desmejoradito.

Loan abrió la boca y volvió a cerrarla antes de que le entrara una mosca.

—¿Que yo...? ¿Que yo me veo...?

Se acercó a ella, arrinconándola contra una de las columnas del puente y se pegó peligrosamente a su cuerpo.