En silencio comenzó a llevar lo que necesitaba hasta el lago, hasta que aquel horizonte blanco se vio interrumpido por la figura furiosa que caminaba en su dirección. Ella se quitó los googlees con un gesto de incredulidad y él hizo lo mismo.
—¿Te volviste loca? ¿Qué diablos haces aquí? ¡Es peligroso estar fuera de las vías transitadas! —la regañó.
Levi se veía agitado y nervioso, y Noémi frunció el ceño antes de empezar a andar lejos de él.
—¡Ay por Dios! ¡Este es el sitio menos peligroso de la Tierra! Vengo aquí desde que era niña, y casi todo el tiempo sola. ¡Hasta tengo mi propio espacio! Así que deja de gritar y vete.
—¿Disculpa?
—¡Que te vayas! —espetó ella levantando la barbilla—. Tu contradicción no es sexy, muñeco. Te la pasas diciendo que no quieres verme, entonces ¿qué diablos haces aquí?
—¡Pensé que estabas en peligro!
—Tú como que piensas demasiado, ¿no? ¿Todavía no te has dado cuenta de que eso no te conviene? —gruñó ella—. Vete, no tienes nada que hacer aquí...
Noémi estaba a punto de darse la vuelta cuando él la tomó por un brazo y tiró de ella hasta pegarla a su cuerpo.
—Tienes razón. No tengo nada que hacer aquí —siseó desesperado—. No tengo nada que hacer contigo...
—¡Oh, no! ¡Conmigo sí tienes mucho que hacer, pero es evidente que no lo harás!
Respiraba entrecortadamente, pero no era capaz de saber si era por la rabia o por la excitación. Jamás habían estado tan cerca. Levi podía sentir el calor desprenderse de su cuerpo y las chispas estallando en sus ojos. Y entonces vio algo, algo que lo hizo sostener su cara con fuerza por la barbilla antes de que ella forcejeara.
—¿Para eso viniste? —gruñó sobre su boca y Noémi pudo oler el café en sus labios—. ¿Eso es lo que quieres? ¿Que te folle?
Levi vio cómo sus pupilas se dilataban ante la palabra, pero su expresión no cambió.
—¿Qué te pasó ahí?
—Me caí de la cama.
—...¿Cómo?
—Soñando —confesó él y Noémi ahogó un jadeo mientras su respiración se aceleraba.
—¿Y qué estabas soñando, señor Jefe?
El silencio se hizo pesado por un segundo y solo se escuchaban las respiraciones aceleradas de los dos. Noémi sintió su otra mano enredarse en los cabellos de su nuca y levantarla hacia él.
—Soñé que estaba follándome tu boca —gruñó Levi con los labios sobre los suyos—. Soñé que estaba descargándome en tu garganta, soñé... —se detuvo por un instante y cuando la vio sonreír supo que ya no había vuelta atrás—. ¡Maldición!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
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