—Eliyaz, ¿puedes cuidarlo por mí? Es muy importante —le dijo.
El hombre, de unos sesenta años, sonrió con suavidad.
—Por supuesto señorita Keller, yo me encargo.
Noémi le hizo un guiño coqueto a Levi y se dirigió con paso rápido hacia el avión. Sus ejecutivos ya hacían dos filas esperándola y ella pasó en medio, volviendo a aquella rutina de firmar papeles y recibir llamadas.
Levi la vio subirse a aquel avión y suspiró, no podían ser más diferentes, pero la verdad tampoco era como si fueran a casarse ni nada de eso, y el deseo no sabía mucho de clases sociales.
El señor Eliyaz fue muy amable con él, llevándolo de regreso al edificio de oficinas con las mayores atenciones. Poco después Levi tomaba la carretera de regreso a Lucerna, sin dejar de pensar en lo suave que era el interior de aquella mujer en comparación con la fachada de hielo que llevaba siempre como una máscara.
Los dos días que siguieron fueron extraños para él. Noemi apenas contestaba con un par de frases y muchos emoticones, pero él entendía que estaba trabajando y eso le daba una extraña sensación de seguridad.
Verla en su ambiente natural había sido duro para él, porque entendía que no tenía cabida ahí, pero en cierta forma también le confirmaba que ella no llegaría a reclamarle mucho más de lo que ya tenían.
Estaba cabeceando del sueño en su cama entre dos horas de biberón de Peter cuando entró aquel mensaje.
"¿Despierto o babeando?", lo remedaba Noémi.
"Soñando con estar entre tus piernas. ¿Qué tal va Paris?", escribió él medio dormido.
"Solo he visto el interior de una oficina, así que seguiré creyendo el cuento de que esta es la ciudad del amor".
"¿Cuento? ¿No lo crees?"
"Pues yo nunca he conseguido follar aquí", respondió Noémi y detrás el emoticón de su muñequita se encogía de hombros.
Levi puso los ojos en blanco y rio.
"Eso es porque siempre vas solo por trabajo. Necesitas relajarte", le escribió.
Noémi se tardó dos minutos largos y eternos en responder y su mensaje hizo que Levi se sentara en la cama.
"Podría relajarme mañana".
Él lo leyó varias veces y se mordió el labio inferior.
"¿Quiero preguntar cómo y dónde?" tecleó despacio.
A Levi le dio tiempo de hacer una cena decente, recoger la casa, alistar a Peter y a las ocho de la noche cuando Freya tocó a su puerta, se quedó petrificada en la entrada.
—¡Levi... esto es...!
—¿Te gusta? —preguntó él sonriendo orgulloso de todo lo que había hecho solito.
—¡Me encanta! —exclamó Freya llevándose una malo al pecho porque alrededor el ambiente era absolutamente romántico.
—¡Entonces a ella le tiene que gustar también!
—¿¡Eh!?... —Freya hizo una mueca—. ¿Ella? ¿Ella quién...?
—Noe, ya debe estar por llegar y todo está listo, cena, velas, vin... —sus ojos se abrieron desmesuradamente y corrió a la nevera—. ¡Maldición, se me olvidó el vino! —gruñó desesperado y corrió esta vez por su chaqueta y a la puerta—. ¡Voy por vino! ¡Peter está listo, lo recojo a las once, gracias!
Salió corriendo a la tiendita más cercana y Freya se quedó en medio de aquel salón como si le estuvieran hirviendo el cabello en lava.
Diez minutos después, cuando Noémi tocaba el timbre de aquel departamento, en lugar de ser Levi quien le abriera, a la puerta se asomó una mujer completamente desnuda.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
When reading the parts containing images accompanied by random words, it feels really uncomfortable. Perhaps I and many readers will leave this website....