UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 312

Noémi nunca había sido particularmente romántica, pero estaba bastante segura de que aquel sería un momento que nunca podría olvidar. Lo deseaba tanto que le dolía, había sido así desde el primer instante, y solo quería sentir que cada parte de él encajaba con cada parte suya.

Comenzó a recorrer centímetro a centímetro de su miembro con la lengua, saboreando cada segundo de placer que le provocaba. Levantó los ojos para mirarlo con una mezcla de deseo y ansia mientras trabajaba sus labios alrededor suyo, provocándole gemidos aún más profundos y llenos de necesidad.

Levi echó atrás la cabeza y se permitió disfrutarla, sentirla, adorarla mientras continuaba bombeando en su boca hasta perderse en su garganta... pero aquella no era la única forma en que la quería. La levantó hacia él y los labios de Noémi se perdieron en su cuello mientras sus uñas trazaban deliciosos surcos en su espalda.

—¿Por qué me parece que esto es demasiado irreal? —murmuró, sentándola en el borde de la cama y abriendo sus piernas con un gesto decidido.

—Porque pareciera que jamás llegaremos a hacerlo —le sonrió Noémi y jadeó al sentir su lengua demandante sobre sus pechos.

Su cuerpo instintivamente se arqueó hacia atrás, ofreciéndose, y Levi presionó sus labios mientras recorría cada uno de sus pezones con su lengua y los acariciaba con sus manos.

Los gemidos se intensificaron mientras Levi la torturaba lentamente hasta que sintió que ella se estremecía. Se aferró a su cintura y bajó hasta el calor húmedo entre sus piernas, acariciando con sus dedos la piel interna de sus muslos. Encontró aquel pequeño botón sensible y Noémi gritó desesperada mientras los latidos de su corazón eran arrasados por el impulso salvaje que la inundaba al sentir los dedos y la lengua de Levi invadiendo cada rincón de su cuerpo. Sus movimientos eran precisos, incesantes, mientras él lamía y mordía lo justo para provocarle la mayor desesperación.

El gemido gutural de Noémi estaba a punto de llenar la habitación cuando sintió que aquella mano cubría su boca y Levi gruñía con el cuerpo completamente pegado al suyo.

—Mírame... —demandaba mientras iba penetrándola despacio y Noémi agradeció que se tomara su tiempo, porque cada milímetro era como una brasa ardiente que la atravesaba—. Abre los ojos, nena, mírame...

—¡Dios...! Duele... —jadeó Noémi.

—Dale un segundo, te acostumbrarás... —susurró Levi en su oído mientras presionaba con su cuerpo sobre ella.

Noémi gimió, era una extraña forma de abrirla, ni siquiera la había penetrado pero podía sentir sus pelvis abrirse y sus caderas sufrir con el dolor sordo y suave de la elasticidad forzada. Aquella posición la dejaba completamente vulnerable, y no sabía si era por eso pero su corazón era como el de una yegua de carreras. De su sexo escurría toda la humedad del mundo y Levi solo tuvo que presionar un punto sobre sus nalgas para escucharla gritar de gusto.

La vio cerrar los ojos mientras deslizada su miembro sobre sus pliegues, como si se masturbara con ellos, mientras la escuchaba protestar, ansiar, pedir más y finalmente amenazarlo de muerte. Afirmó sus manos sobre el nacimiento de sus muslos y entonces empujó, empujó en serio, como para que despertara a todo el edificio.

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