UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 313

—¿Así lo quieres, nena? ¿Esto es lo que te gusta? —le preguntó con una sonrisa casi tierna.

Noémi asintió, entre protestas, intentaba retorcerse bajo el cuerpo de Levi, pero solo bastaba una suave presión con sus caderas para mantenerla inmóvil. El dolor se mezclaba con el placer y ella gemía descontrolada, exigiendo más. Levi la sentía apretarse alrededor de él, devorándolo por momentos mientras su rostro era la descripción perfecta de una mujer en las nubes.

Levi avanzó hasta que su miembro tocó aquella barrera final dentro de Noémi y comenzó a bombear con más fuerza, con un ritmo profundo que pronto escaló en intensidad.

—¡Oh, Dios! —gritó ella mientras las sensaciones aumentaban dentro de su cuerpo—. ¡No pares!

La respiración agitada de Noémi confundida con los gruñidos guturales del hombre producían una melodía perfecta. Ella gritaba mientras él la empujaba cada vez más al límite.

Noémi sentía como si pudiera romperla en pedacitos, aquel miembro era un ariete que entraba, golpeaba y salía dejando un rastro violento de placer a su paso. Sus caderas dolían, su vientre dolía, la pelvis de Levi chocaba contra sus nalgas con un movimiento imparable, un plop plop plop húmedo y caliente que terminaba en súplicas o jadeos.

Levi gruñó aumentando el ritmo de sus embestidas mientras ella se aferraba con fuerza a las sábanas y su cuerpo se retorcía de gusto. Noémi le respondió con un grito de dolor y éxtasis mientras él atacaba la piel desnuda de su espalda con los labios, hasta que ella ya no pudo más y todo su cuerpo se agitaba al compás de los movimientos brutales del hombre.

—¡Por favor...! —casi sollozó Noémi porque su clímax estaba tan cerca que dolía, y él seguía empujando como si esperara que le gritara pidiendo piedad.

Una de sus manos se enredó en su cabello y Noémi sintió todo el peso de su cuerpo caer sobre el suyo con fuerza.

—Tienes permiso nena... —gruñó desesperado. Noémi jadeaba pidiendo su liberación pero también para pedirle que siguiera embistiéndola sin remedio—. Quiero ver que te corras... grita para mí, nena... vamos... córrete para mí...

Sin soltarla ni por un instante sintió como su cuerpo se estremecía bajo el suyo y sus paredes latían violentamente contra su miembro. Los músculos pequeños y dulces se tensaron ferozmente y él también se dejó llevar por el placer, penetrándola hasta el fondo mientras los movimientos se volvían más frenéticos, violentos y desesperados. Levi rompió el silencio con un grito gutural que provocó el mejor clímax que Noemi había tenido en su vida, justo antes de caer exhaustos sobre la cama.

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